El hombre que confundió el talento con el talante (2)

Publicado el 13 septiembre 2011 por Tiburciosamsa

Zapatero tiene la inmensa suerte de que hasta tiene un caganet a su imagen y semejanza.

Si con la economía no se lució, tampoco lo hizo mejor con las relaciones internacionales. Se entiende. Cuando tu horizonte mental se limita a León, consideras Madrid el extranjero, Barcelona es lo más exótico que has visitado nunca y no hablas idiomas, no se puede esperar que seas un Metternich. Lo que sí se podría esperar es que hubiera entendido que en política internacional funciona el mismo principio que funciona en el patio del colegio: si eres el gafotas de la clase, no te metas con el matón del instituto, a menos que hayas traído una bolsita de plástico para recoger los dientes que te rompa de un puñetazo.

La política exterior de Zapatero se guió en sus primeros años por la máxima de que todo lo que hiciera la Administración Bush estaba mal hecho. Esa máxima resultó correcta el 90% de las veces, pero cuando el tal Bush es el matón del instituto, hay momentos en los que resulta más conveniente mirar para otro lado y taparse la nariz. Un corolario de lo anterior es que todo aquél que se opusiera a Bush en la arena internacional era un tío enrollado y majete. Aquí la cosa es un poco más discutible. Kim Jong-Il, Chavez y Rafsanjani son tres que se opusieron a Bush.

El caso es que Zapatero se pasó los dos primeros años de su mandato tocándole las narices a Bush. Que si no me levanto al paso de tu bandera (Zapatero no esperó a ser Presidente del Gobierno para demostrar que no sabía de qué iba la política exterior; ésta la hizo estando todavía en la oposición), que si me retiró a toda velocidad de Iraq, que si digo a todo el mundo en Túnez que se vayan de Iraq igual que hice yo, que si apuesto por la victoria de tu rival en las elecciones presidenciales de 2004… Los siguientes años, como wikileaks nos reveló, se los pasó recogiendo los dientes y metiéndolos en la bolsita.

Tal vez no resolviera los problemas económicos ni los internacionales, pero la voluntad de resolver problemas de Zapatero es indiscutible. Dado que no podía con los problemas reales, se inventaba los irreales para arreglarlos. Es lo que los mal pensados han denominado “meterse en todos los charcos”.

Por ejemplo, el estatuto de Cataluña. Era uno de esos falsos problemas que tanto gustan a los políticos, cuando no saben afrontar los problemas reales. No parece que hubiera mucho clamor popular para modificar el Estatuto, a la vista de que menos del 50% del electorado se molestó en acudir a las urnas para refrendarlo en junio de 2006. Sin embargo, Zapatero se metió en ese charco (sí, vale, soy de los mal pensados) y luchó para sacar adelante un estatuto que al final no satisfizo realmente a nadie y que suscitó en las demás comunidades autónomas la reacción de “si los catalanes tienen estatuto nuevo, yo también quiero”. Otro ejemplo. En plena crisis económica, dos de las grandes prioridades de Zapatero fueron la nueva Ley del aborto (marzo de 2010) y la aprobación más reciente de la Ley sobre el orden de los apellidos, cuestión que ha venido quitando el sueño a la sociedad española desde el inicio de la Transición. Lo que sí que había ocurrido desde el inicio de la Transición es que se había establecido un pacto que decía que entre el 36 y el 39 fuimos muy burros los unos y los otros y en aras de la convivencia era mejor echar pelillos a la mar. Zapatero ha conseguido que salte a la palestra el tema de la Guerra Civil con la Ley de la Memoria Histérica. Es opinable, pero preferiría ver a la gente tratando de resolver las consecuencias de la crisis financiera de 2007, que reescribiendo la Historia de algo que ocurrió hace 75 años.

En 2004, en su primer discurso de investidura, Zapatero dijo cosas muy bonitas, cosas como “Prometí un cambio tranquilo para un tiempo de ciudadanía. Por ello, si obtengo su confianza, gobernaré firme en los principios, desde el diálogo y para la esperanza. Durante mi gobierno nadie estará por encima de las leyes. Las leyes que promovamos perseguirán que nadie viva dominado arbitrariamente. En palabras de Cervantes, un gobierno de meollo y de sustancia. Un gobierno que acompañe a los ciudadanos en sus problemas y en sus sueños. Porque algunas utopías merecen ser soñadas; no las alcanzaremos todas, pero nos marcarán el rumbo por el que hay que avanzar. En mi vida ese rumbo ha estado marcado siempre por un credo que quisiera expresar públicamente en un día y en un acto como éste. Ese ideario es breve: un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes.” Si a mí me tocase hacer un discurso de investidura, lo más que se me ocurriría prometer es que trataría de robar sin que se me notase mucho, pero que pagaría religiosamente mis trajes al sastre, que al parecer se nota un montón cuando no los pagas.

En ese discurso Zapatero también habló de un gobierno cercano a la gente, que les sacase de su desesperanza en la política. Estábamos a años luz del 15-M que es precisamente el movimiento de los que han desesperado de la política. También dijo que temas como el empleo, la vivienda y el poder adquisitivo de salarios y pensiones serían materia preferente de su atención política. Visto lo visto, mejor que no se preocupe tanto por esos temas, que somos muy apañaditos y ya nos arreglaremos de alguna manera. También asumió como guía de su actuación el principio de estabilidad presupuestaria. Supongo que si gastas a ritmo constante en allegro, eso se puede considerar estabilidad. No hay sorpresas. Otra de sus prioridades dijo que sería la de la violencia doméstica, pero referida a las mujeres que mueren a manos de sus maridos. Los maridos y los homosexuales que mueran a mano de sus parejas se tienen que joder. En 2003, el año anterior a que asumiera el cargo, murieron 72 mujeres en España a manos de sus maridos. Siete años más tarde, después de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género y las medidas acompañantes, las mujeres asesinadas por sus parejas fueron… 85. O me he perdido algo, o la Ley ha funcionado igual de bien que los botes salvavidas que llevaban los de la Armada Invencible.

Zapatero me cae bien y me daría pena que dejase el poder con sensación de fracaso. Por ello, le he otorgado este año el codiciado Premio Hinasequible al Desaliento.

Este año al premio habitual (tatuarse un caganet en la frente costeado por mí), se añade un regalo extra: la posibilidad de negar el acontecimiento histórico que más le fastidie. ¿Que no puede dormir pensando que Chapaprieta fue el Ministro de Hacienda de Lerroux? Pues nada, gracias a este regalo extra, si concursa en “Saber y ganar” y le preguntan: “¿Quién fue el Ministro de Hacienda en el segundo gobierno de Lerroux?” Zapatero podrá responder: “Largo Caballero” y la respuesta se le dará por válida. ¿Que le jode que los otomanos tomaran Constantinopla en 1453? Pues nada, cuando vaya a Estambul no necesitará pedir visado en la Embajada de Turquía, ya que podrá alegar que existe un convenio de exención mutua de visados entre España y el Imperio Bizantino.

Y termino dirigiendo mi más cordial enhorabuena al ganador de este año. Realmente se merecía el premio.


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