Metinides es un personaje peculiar, vestido siempre de manera impecable con traje y corbata —el horror no está reñido con la elegancia—, incluso cuando tiene que llegar a lugares remotos para hacer su trabajo. Es un tipo al que a fuerza de contemplar de frente la muerte y el mal se le ha ido curtiendo la piel y el corazón se le ha encallecido. Al igual que otros compañeros de profesión, sabe que hay que desligar trabajo y vida personal, y Metinides es también un hombre familiar, que adora a sus hijas, a pesar de que el trabajo le impide casi verlas, y a sus nietos. Es un devorador de periódicos y un coleccionista tan minucioso como compulsivo de fotos de sucesos relacionados con la nota roja, fotos que luego guarda perfectamente clasificadas en carpetas. Pese a todo la brutalidad que han contemplado sus ojos, sigue siendo aquel niño que se aficionó a las fotos macabras: tiene colecciones de camiones de bomberos y de ambulancias, con las que incluso hace montajes para sus obras. Su arriesgada profesión, más peligrosa cuanto más se acerca uno a la verdad de los hechos, ha convertido a Metinides en un hombre supersticioso, como revela la cantidad de ranas de la suerte que guarda en su casa.
Por la película desfilan algunos personajes que hacen una reflexión sobre el trabajo de Metinides, la profesión de fotógrafo y la violencia en general. Destaca la presencia de Dan Gilroy, el autor de Nightcrawler, una película que gira en torno a la vida de los nightcrawlers, esos fotógrafos, como Metinides, que se dedican a retratar la escena del crimen. Al igual que ellos, Metinides y otros colegas de profesión no dudan en establecer su «base» en las dependencias de la Cruz Roja o en llegar al lugar de los hechos subidos en ambulancias que cruzan la ciudad en medio de un ruido de sirena enloquecedor.
Metinides no hubiera pasado de ser un fotógrafo más si su obra no hubiera entrado en los museos. Es ahí donde sus fotografías empiezan a ser consideradas arte. ¿Pueden el horror, la violencia, el crimen y la muerte ser considerados arte? Hay una imagen que representa perfectamente este dilema: una mujer sufre un accidente y su cuerpo queda seccionado en dos. Pese a la truculencia de la foto, hay algo hermoso en ella que impide al espectador separar su mirada clavada en el teatro de los hechos. Parece incluso algo impostada, una escenificación; de hecho la mujer seccionada es una mujer bellísima cuyos ojos se han quedado abiertos. Como dice Metinides: te maquillas, sales de casa y luego a veces no vuelves a ella. Así de frágil es la vida. Puede que Metinides solo sea un mirón más, como lo somos todos, basta mirar esos accidentes de carretera donde los conductores que pasan al lado aminoran la velocidad para poder captar algún detalle morboso de la escena; o puede que su objetivo se limite a reflejar una sociedad, la mejicana, tremendamente violenta y donde se cuentan por centenares los fotógrafos y periodistas asesinados; o puede ser incluso que no sea solo la sociedad mejicana la que está enferma sino la sociedad entera. Hay un momento de la película en que se compara la violencia que hay en Méjico y en Estados Unidos, y se hace una reflexión muy interesante: no es que una sociedad sea más violenta que la otra sino que Estados Unidos, un país también muy violento, ha optado por no reflejar en los medios las imágenes de esos crímenes...