En el ámbito de la especulación de las relaciones entre el ser humano y esos entes artificiales creados a su semejanza, Isaac Asimov es probablemente uno de los autores de ciencia-ficción más conocidos por su aporte a dicha área del género, sin olvidar a Philip K. Dick o a la propia Mary Shelley, que trataron el aspecto más oscuro o dudoso de los límites éticos de la ciencia. Las famosas Tres (más una) Leyes de La Robótica, así como unos personajes basados en robots cuyo protagonismo en la obra del buen doctor es fundamental, son algunos de los principales iconos reconocibles en este aspecto.
No obstante, por lo general se coincide en dejar un estrecho margen insalvable que diferenciaría a los robots humanoides de sus homólogos naturales: la intuición, la empatía o cualquiera que sea esa chispa divina (sic) que nos diferencie. La aparición del término «no computable» gracias al trabajo de Alan Turing, ha dado carácter científico a esta diferenciación, y es la causa de muchos quebraderos de cabeza para los actuales investigadores en Inteligencia Artificial.
Artículo publicado posteriormente en el Sitio de Ciencia-ficción el 23 de septiembre de 2011