Salido de Marcos. En el Botánico.
Viendo lo que intentará florecer.
Se acerca la primavera. Un móvil hacia el amor y las distancias y acercamientos que estoy teniendo por estos días.
Familia, amigos, amores, oportunidades de informarse –dice un barrendero acá-, de abastecerse, de nutrirse de lo que nos rodea y permite vislumbrar, divisar, enfocar.
Acelero, freno. El tire y afloje indispensable de la soga personal que es el desarrollo de la vida propia, el crecimiento nuestro y de lo que nos rodea.
“No olvides que el perdón es lo divino,
Y errar a veces suele ser humano”
Tomar las riendas y animarse, o elegir la pasividad también, esperar a ver qué vuelve del universo que una vez creamos y ahora nos tiramos a contemplar. Ver que vuelve, que le dicen.
Aventurarse es aceptar ese ir y venir continuo, y no quedarse con lo que ya conocemos. ¿Y si doy un pasito más? ¿Y si me asomo o meto la intervención a ver qué pasa?
No va maaasss. Todo tiene su precio me resonó de ayer, el que dedica su esfuerzo y esmero es el que obtiene más frutos al final de la cosecha.
Apuntalado. Animado. Osado.
¿Qué? ¿No son de tu agrado? Y… “sana” envidia por el que genera siempre hay.
¿Te lo guardás para que te critiquen menos? Claro. El que se queda quietito y no molesta casi por bueno no va a ser molestado.
¿Y si te gusta la molestia? ¿Si te amigás con la aparición del obstáculo que será desgranado, sorteado, desintegrado con sólo buscarle la vuelta?
Después te fijás. Sacale el dramatismo, Ponéselo a tus energías y en un tiempo hablamos. Porque no se corta, es un flujo continuo ¿Insaciable?