Al saber del éxito de ventas que cierta trilogía sexual, de la que no haré mayor publicidad, ha alcanzado en poco tiempo, y que se muestra provocadora en expositores de todas las librerías, me han vuelto a rondar las preguntas de costumbre:
¿Es el sexo un imán atemporal? ¿La evolución humana jamás podrá/querrá liberarse de tamaña condena? ¿”La Flor contada” pudo haber sido más abierta en todos sus sentidos…? ¿Mis -también- cincuenta relatos debieron ser mayoritariamente eróticos…? ¿Por qué el sexo se vende solo? ¿Por qué nadie duda en publicar algo sobre “El Tema”?
En Facebook, sin ir más lejos, he constatado el logro antes referido y la prevalencia que la lectura de un libro sado-maso posee, antes que otro cualquiera (los míos incluidos, por supuesto). Y nada tenía que ver la ideología, creencia, situación personal u otro condicionamiento de quien lo publicitaba gratuitamente, de comentario en comentario. El imán es el sexo, digan lo que digan… ¿Que lo ha escrito una novel de mediana edad? Mejor nos lo ponen.
Me gustaría leer respuestas desnudas (sigamos con la idea) de hipocresía y bienquedismo. Agradecería saber qué deseamos (…) realmente al ir a comprar o recomendar un libro. Desde aquí, un reto a la valentía de las palabras, que ya vamos (voy) teniendo una edad…
Mi tercer libro -en construcción- gozará de algunos pasajes subidos de tono, pero no será (sería) esa la línea argumental de la novela. Aún me encuentro a la mitad de su escritura, y me planteo el tema sexo como posible gancho futuro, de cara a su aceptación editorial. Creo que no me resulta difícil plasmar el instinto. No más que recibir una negativa tras otra a la hora de enviar el manuscrito, quiero decir…
Aguardo impaciente el saber de vuestros deseos. ¿Podéis complacerme…?