Revista Literatura

El inmortal

Publicado el 28 abril 2020 por Rogger

No señor, se equivoca.
Lo conozco mucho más que usted. A él la vida le dio la espalda. Anote usted, antes de hablar lo que desconoce. Su madre murió cuando él estaba naciendo y su padre andaba de músico por alguna parte; debió llamarse Andrés y le pusieron Juan. Antes de cumplir los seis ya estaba a cargo de las cuarenta cabras del padrino Augusto, y aún se daba tiempo para ayudar a Melchora a cocinar el arroz.
Todos saben que era un buen cantante en las misas dominicales, aunque en el coro le negaran el Mi. Cursó la primaria siendo el mejor en matemáticas. En el baile de la primavera conoció a Marisa, pero un día después ella se fue, tras caer del caballo. Tenía trece. Y catorce, cuando rechazó el apellido del padre Du Bois quien quería llevarle con él a Bruselas. Prefirió dormir en los canastos que don Pancho apilaba en la trastienda del mercado de frutas.
Así vivió, sin saber que vivía. Solo para rebelarse contra la fatalidad. Para todos —no para mí— se volvió silencioso, arisco y cauto. Él con el violín y yo con ta guitarra, solíamos cantar sus canciones a la alevosía, todas escritas mientras nos emborrachábamos con mezcal de noventa con sal de gusano. Nunca bebimos otra cosa que no fuera mezcal, desde los viejos tiempos. Así era él, leal hasta con el dolor.
Ahora, todos sacan conclusiones. Como si supieran algo de él. No señor, usted ni nadie. Creen que nació triunfador. Que nació con cuarenta años de edad. Creen que el éxito le llovió del cielo. Vivir setenta años es un éxito que nadie como él puede celebrar. Y lo ha hecho como solo él tiene derecho: eligiendo. Sin conceder nada. Porque al destino esquivo y traidor no se le concede nada.
Derechos Reservados Copyright © 2020 de Rogger Alzamora Quijano

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