Revista Diario
Esperaba impaciente frente al colegio. Subido en el coche y oyendo música, baladas suaves que emitía la radio. A través de la luna contemplaba la brisa arrastrar las hojas secas de los árboles. Ya los suelos eran cubiertos de mantos, marrones. El otoño había llegado.La visión le hizo recordar su infancia, con apenas diez años, correteando por la casa de sus abuelos, la cual tenía un enorme jardín trasero, lleno de árboleras y en donde pasaba las tardes correteando y balanceandose en un columpio artesanal, compuesto del neumático de la rueda de un coche, y de cuerdas atadas a un gran árbol. Los días de otoño que pasaba jugando allí o cuando correteaba por el manto de hojas secas, crujientes a su paso.El sonido de la puerta del coche le despertó de la ensoñación. “Hola papi” dijo besándole en las dos mejillas, él observó los pequeños hematomas del cuello.“¿Qué tal el cole?” Preguntó con interés.“Mira lo que he echo hoy papi” Dijo la pequeña sacando un dibujo que mostraba a él, con sombrero y a ella con un vestido azul, ambos cogidos de la manos en un paraje silvestre con árboles y una casa al fondo. Un enorme sol sonriente los alumbraba.Él contempló maravillado el dibujo, había visto muchos de su pequeña pero hoy se emocionó y unas lagrimas brotaron de sus ojos recorriendo su rostro.“Me ha encantado, mi sol” Y la besó.“¿De verdad de la buena?”“Si” dijo acariciandole la mejilla y dedicandole una sonrisa.Al llegar a casa, le sirvió de almuerzo sphaguetis con tomate la comida preferida de la niña y al igual que siempre, la cara de ella y la ropa era un auténtico caos, manchado de rojo. Al terminar la subió a la habitación, poniendole el pijama y arropandola. “Y ahora a descansar un ratito, que luego vamos a pasear”“¿Adonde vamos papi?“Es un secreto, pero te gustara mucho”“¿Donde? ¿Dímelo? ¿Por fa?” Y puso cara de pucheritos, sabiendo que era la debilidad de su padre y que no podría resistirse.“Está bien, te lo diré. Iremos al parque de bolas y toboganes”“Bien” dijo con ilusión abrazando al padre y besandolo mucho. “Te quiero mucho papi” “Y yo a ti mi princesa, ahora descansa” La arropó hasta el cuello y besó en la frente.El padre no pudo dormir, se puso una pelica la que miraba pero no atendía. Había pedido el día libre para pasarlo con la pequeña. Hacía un par de años, casí no dedicaba tiempo a su bebé, pero cuando su mujer se fué, cuando les abandonó todo cambió. Él se volcó en ella y decidió que tenía que dedicar su vida a la pequeña y no simplemente al labor profesional.Recogieron a una primita de la misma edad que la niña para que ambas se divirtieran. Mientras ellas se introducían en las bolas, saltaban en la camas elásticas, su padre las observaba divertirse, reir y gritar. “Se parece tanto a su madre” pensó. Y la recordó a ella, sus besos, sus caricias. “¿Por qué nos abandonaste? Te he amado siempre” Su melancolía le revolvía la cabeza. Recordó cuando comenzó a salir con ella, sus escapadas, el matrimonio, y su pequeña, recien nacida, con un año y dos y tres. Eran felices, hasta que ocurrió, hasta que le diagnosticaron la enfermedad. Fue tan rápido. “Apenas tuve tiempo para despedirme de ti” Dijo recordando los malos tiempos. “Demasiado rápido” Se lamentó.. “Papi, mira lo que hago” dijo su niña mientras se tiraba de un tobogán. Este la miró sonriendo, fueron tiempos duros, pero levantó la cabeza para seguir adelante y cuidar de su hija, lo mejor y más importante que había echo en su vida.
Tras pasar toda la tarde con las pequeñas, decidieron ir a comer al burguer que más le gustaba a su pequeña. Una vez comidas las dos niñas se caían de sueño. Dejó a su primita y ya en casa el padre la llevó en brazos a la camita. “Papi lo he pasado muy bien” le dijo.“Y yo mi reina” le decía. Miraba la cara de la niña feliz y en su interior solo sentía dolor. Un nudo se le formó en la garganta y unas lágrimas comenzaron a correr. La mañana anterior había visitado al doctor. El hospital estaba a unas horas de camino. Todo el tiempo deseaba y soñaba que le diesen buenas noticias. Varias horas esperando en la sala de espera, caminando de un lado a otro, con una punzada de ansiedad en el pecho. Y todo lo pasado, para que cuando al final entrase en la consulta el doctor le dijera con palabras lugubres.“Lo siento, hemos hecho lo que hemos podido” Y mirando al suelo dijo “Solo es cuestión de tiempo”
El hombre se desmoronó. Primero le quitaron a su mujer y ahora a su pequeña, “¿Qué clase de dios eres, que me destruyes la vida?” Deseaba sobre todas las cosas que le hubiesen diagnosticado la leucemia a él en vez de a ella. Lloraba y lloraba y su hija le preguntaba que le pasaba preocupada. Había intentado durante todo el día ser fuerte, había intentado parecer feliz y que su hija se divirtiera, pero ya no podía más. Se sentía hundido.“¿Papi por qué lloras? ¿Es por mami? No llores me pones triste.”“Quería mucho a tu madre igual que tu” ella asintió “Y sabes que ahora es Dios quien la cuida, él es nuestro padre. Tu abuelito también cuida de ella y nosotros un día descansaremos con ella en el cielo.“Echo de menos a mami” Dijo la niña ahora llorando también y fundiendose en un abrazo con él.“Lo se, yo también y ella también nos echa de menos a nosotros” La miró a los ojos “Nuestro padre Dios se lleva a cada persona en el momento que le tiene destinado” Ella lo escuchaba con atención. “Nosotros no lo entendemos porque se lleva a nuestros seres queridos, pero el sabe que al final nos reunirá a todos y nos hará felices”“Y yo veré pronto a mami” dijo ella entre triste e indiferente.El padre que había ensallado en su interior mil maneras de decirselo, aún no sabía como decirlo pero ya no lo podía posponer. Gemía y lloraba, le cogió y besó la mano, llena de pequeños moratones y a trompicones consiguió armar unas palabras “Nuestro padre quiere que tu abraces a mami pronto”“Pero yo también quiero estar contigo papi, no me quiero separar de ti”“Yo me iré con vosotras aunque no se con certeza cuando Dios lo querrᔓYo quiero estar con papi y mami” Dijo la pequeña y su padre se fundió en un abrazo que duró minutos. En esa misma noche le volvió las fuertes fiebres y tuvo que llevarla al hospital.Su vida pasó delante de ellos y mientras él se derrumbó, la pequeña pasó el resto de sus días en el hospital, sin saber muy bien que era lo que le iba a ocurrir pero con la ilusión de reencontrarse con su madre.