Me sorprendía ayer mi marido a la hora de la comida, cuando volvía yo del colegio, diciéndome que era noticia la denuncia que un profesor andaluz había recibido por parte de una familia marroquí a cuenta de haber nombrado el jamón en clase. Hoy salía este tema en la sala de profesores.
Y es que no hay nada más subversivo que el jamón. Con toda su grasa, su tocinillo, su sabor intenso si está bien cortado y lo bien que acompaña los guisantes de mi madre y las estupendas croquetas de mi cuñada.
Estimado compañero acusado de racista jamonero, si es que lo mejor es atenerse al libro de texto. Total, para lo que van a aprender y trabajar...