«¿Cuánto ganas?» «¿Cuánto pesas?», mas o menos así es como recuerdo que inician las conversaciones de “el Jay”…
Un buen día llego a mi oficina, cobijado por el manto sagrado de la “jefa” y con una recomendación extendida de la manera mas amplia, se notaba que era un favor personal de la “jefa” para con alguien allegado a “el Jay”, pero a mi me hacia falta quien me ayudara y acepte la recomendación de la mama y “el Jay” se quedo a realizar sus prácticas profesionales.
Recuerdo que antes de que “el Jay” terminara sus prácticas, llego muy animoso a platicar que la “jefa” ya le había prometido chamba y como mostró buen desempeño durante sus practicas a mí no me parecía mala idea, al contrario, era benéfico para el área.
Las alertas se comenzaron a encender cuando entre platicas banales, “el Jay” mencionaba que a el le dijeron que al terminar su carrera debería comenzar a trabajar, con sueldos por arriba de los ocho mil pesos.
Otra alerta que se encendió en el tablero fue cuando “el Jay” menciono que el no estaba para compartir con nadie su conocimiento, pues su trabajo le había costado y no estaba dispuesto a compartir lo poco o mucho que supiera.
El desencanto se hizo presente, las actitudes “valemadristas” no tardaron en llegar para quedarse, así como las llegadas tarde, salidas temprano, trabajos eternos, trabajos sin concluir, deslealtades y un largo etcétera, “el Jay” poco a poco se hizo “uno más”.
Con esos antecedentes, no hay ni cómo ayudarlo.
Y tú, ¿Cuánto ganas y cuánto pesas?