El Jerte de mis sueños-1

He llegado a casa hace un rato, he tenido el turno de mañana y ahora me estoy haciendo unas patatas a lo pobre, me las comeré con un vasito de vino y luego me daré una ducha. No tengo ganas de ir al gimnasio, me entretendré viendo la televisión. Suena mi móvil, es de la central, unos clientes han preguntado directamente por mí y tengo que ir al aeropuerto a las 8,30h. a recoger a un japonés. No puedo negarme, necesito el servicio. Maldita la gana que tengo de aguantar a nadie.
Pues nada hay que salir de casa a ganarse el pan. Me coloco un pantalón vaquero, una camiseta de algodón blanco sobre ropa interior de algodón, mis gafas graduadas,  y parto para la central.  Un japonés quiere viajar con lujo, quiere una limusina. Seguro que ha visto los anuncios de Cela, cuando era llevado en limusina, por una tía buena de color, perfectamente uniformada de blanco. Pues va dado, menudo chasco le espera. Tengo un humor hoy, es como si dos perros me estuviesen mordiendo los ovarios.Llego con mi coche al hangar y, Poto ya tiene acondicionada la limusina. Te toca la blanca, me dice, y se ríe. No hago ni caso, siempre me está fardando, así le es más fácil hacer su trabajo, limpia los coches que otros conducimos, es su cruz.Las llaves están puestas, el depósito lleno, el Gps conectado, arranco hacia el aeropuerto de Talavera la Real. A los 15 minutos estoy esperando a mi japonés, con un letrero en japonés, que me habían puesto en el asiento del copiloto, este Poto hace las cosas bien. El japonés trajeado viene directo hacia mi cartel, no sé por qué necesito el cartel, le habría reconocido perfectamente, todos los demás que bajan del avión no tienen pinta turista, sin embargo éste ya trae la cámara incorporada. Me dispara el flash en los ojos ¡cabrito! Empezamos bien,  muevo la cabeza como una posesa para que entienda que no quiero fotos de mi persona. Me hace una reverencia. Se la devuelvo. Estamos empatados. Me entrega una tarjeta amarilla. Me quedo con la boca abierta, de qué me suena esta historia, de qué me suena, no caigo. Tengo que prestar atención a sus maletas, no trae casi equipaje. Se ha montado en la limusina pero antes, debe haber hecho como 300 fotos, sonaba un continuo ¡Clic! Se monta atrás, aprieto el botón de la bebida de recibimiento, una botella de champán bien fría. Me sonríe levantando su copa, el tapón ha salido disparado por la gatera, como llama Poto al techo solar. Entre dientes, me hablo sola, cómo le guste al tío no daremos a basto.
Estamos llegando al hotel, aparco la limusina y un mozo se dirige al maletero con un carro con ruedas, ¡Verás el chasco que se lleva! ¡Si sólo trae un pequeño maletín y la jodida cámara de fotos de la que no se separa! El mozo me mira, me encojo de hombros.
Entramos en el hotel, le estaban esperando, le hablan en inglés… Yo debería aprender inglés, mi cliente parece que lo domina bien, aunque a mí, todo lo que habla me suena a chino.
Me entrega otra tarjetita amarilla, leo en perfecto castellano que quiere que le recoja a las 8 de la mañana porque quiere ir a ver el Valle del Jerte, la floración del cerezo. Ha venido exclusivamente a eso. Se me pone cara panoli, no entraba en mis cuentas estar 4 días en el Jerte, ni mucho menos… Pensé cuando me entregó la 1ª tarjetita amarilla que era de coña, ahora veo que no. Me doy media vuelta y llamo a mi jefe. Me contesta con la boca llena y malhumorado, ya somos dos a los que nos comen los perros.
Está claro como el agua, mañana a las 8 recojo al japo y tengo poco tiempo para descansar y hacer mi maleta, le he sacado un par de billetes más con el tema de los perros y la regla.
A las 8 en punto estoy en el hall del hotel, llega a mi altura Hiroito, bueno es un decir, le saco un palmo, sí, estoy uniformada, me caguen en la…Me entrega una tarjeta quiere visitar el Arco romano y termas de Cáparra; el Puente romano de Alcántara; Sierra de Gata, Trevejo; Poblado celta de Solosancho; Ruinas prehistóricas de El Torno; Dólmenes de Alcántara; Monasterio de El Palancar (el más pequeño del mundo que data del siglo XIV)… Y además, el mochuelo quiere subir al Calvitero que tiene 2425 metros de altitud, es el pico más alto de toda Extremadura. ¡Me ha entrado un calor que para qué! Y me enseña fotos de truchas y de nutrias y dice en una lengua de trapo… ¡Yerte, Yerte, Ta Ho, Ta Ho!  Sí, hombre sí, le respondo con una sonrisa de oreja a oreja, el Jerte afluente del Tajo, lleno de truchas y nutrias. ¡Lo que sabe el tío! Y no deja de disparar a todo lo que se menea y a lo quieto también.Pues venga, visitaremos desde arriba bajando ¡"P’a l’a Estremaura"!  Le digo tomando un café a eso de la una, en la preciosa plaza principal de Plasencia, donde la limusina tenía más expectación que el hombrecillo de la torre. Y llegamos justo a comer a Tornavacas, aquí son curiosos, porque a la misma calle la llaman de 3 modos, según los tramos,  Calle Real de Arriba, de En medio y de Abajo. Y al salir por el sur, observé una puentecilla adornada con un templete, aunque por dónde lo pasé mal fue al pasar el puente Cimero sobre el río Jerte, ¡Más que cimero era “finero”! Pero el japonés sólo atendía a tirar fotos.
Busqué su piscina natural en el paraje del Chorrillo en el chiringuito. Él pidió truchas copiando los caracteres en una servilleta de un librito que sacó de su chaqueta. ¡”Pachasco” dije yo! Más tarde me entregó una tarjeta que decía… Después de comer, es costumbre sana hacer siestas… y se tiró sobre el césped.A la media hora me dio otra tarjeta con las coordenadas del GPS, quería ir directo al Centro de interpretación de la alta Montaña y la Trashumancia, aquí tuvimos problemas con su inglés y yo con su japonés, no hubo forma de explicarle qué es la trashumancia, por más que el chico que estaba al cargo de aquello le gritase. Al final le escribió una dirección de internet para que consulte todo sobre Trashumancia… ¡Ya sé lo que lleva en el maletín! Me mostraba su portátil de 10 cms. con una cara de felicidad al comprobar que había wi-fi.No había supuesto que allí encontraríamos una sala dedicada a la Pasión y cultos religiosos de la Semana Santa… ¡Por Dios, dónde se ha metido el japonés! Andaba de rodillas haciendo penitencia con su flash delante del Empalao…Cuando pude, le arranqué de las garras de lo pasional, y nos fuimos a la reserva hotelera que nos había preparado su agencia de viajes, porque yo estaba incluida como chófer, claro,  era en la Finca Carpintero.Para cenar pidió sopa de tomate.Precioso lugar la Finca, llena de cerezos… Da gusto levantarse y ver tanto esplendor, si el japonés no andubiera abrazado a ellos corriendo como poseso ¡Qué energía tiene, qué energía! Repitiendo sin parar ¡Sakura por aquí, Sakura por allá!


Desayunó bien,  probó las Migas y salimos temprano hacia el Jerte. El Jerte, todo un espectáculo de flores, de colores, de olores, de ritos ancestrales y Sakura, como dijo él. Me encogí de hombros y entonces, buscó en internet una página con traducción al español, que decía así…

“SAKURA, LA FLOR DEL BUSHIDO  En Japón y en otros países influenciados por la doctrina budista, la flor de cerezo se asocia a la primavera y a lo efímero, ya que el cerezo florece durante un tiempo muy corto, por eso representa las cosas transitorias de la vida y la importancia que deben dárseles a los pequeños detalles que constituyen las cosas más bellas pero que a la vez duran muy poco tiempo, por lo cual no debemos entristecernos si no más bien disfrutarlos mientras duran.” 

Me quedé pendiente de sus ojos medio cerrados y su amplia sonrisa, así que el tío es poeta. Y le hice un gesto con mi mano haciendo un círculo alrededor de nosotros, mostrándole los huertos, los prados cercados y los bancales de árboles frutales en abruptas laderas, a modo chino, asiático, lo que el japonés venía buscando, su Sakura.
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