Una nueva tirada, y otra… A medida que consumía casillas, las piernas le cedían y necesitaba mayores esfuerzos por mantener el equilibrio. Calada hasta los huesos se agachó con dificultad para el último tiro.
Desde los soportales de madera, unas asustadas niñas comenzaron a gritar al ver como una anciana caía desplomada sobre la desdibujada meta.