Revista Talentos
Lucía le miró con ojos hambrientos desde el centro de la cama. Nacho se vistió lentamente. Se volvió, levantó su mano izquierda, extendió la derecha sobre el Kamasutra que asomaba entre las sábanas revueltas y, con voz solemne y cansada, juró que no tardaría, que solo iba a comprar tabaco.