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El legado

Publicado el 05 febrero 2012 por Psicoceibe @alejandrobusto
por Alejandro Busto Castelli*
"A juzgar por las tres letras en rojo M…A…L, que ella puso debajo de mi solución, mi autoestima supo enseguida que su solución era también la correcta.
Aún faltaba el broche de oro, el golpe definitivo a mi recién estrenada libertad. La solución de la maestra se parecía sospechosamente….a la de mi padre, tu abuelo."

El legado
Nicolás, en esta carta abierta te dejo mi legado.
Son algunas de las cosas que aprendí.
Son algunas de las cosas que te quiero enseñar.
Siendo un niño, a una edad cualquiera, cierta vez quise tener razón.
El dilema era sencillo. Resolver un cotidiano problema de geometría para la escuela.
Como muchas veces en mi vida encontré al problema una solución.
Como muchas otras veces el problema resultó tener, más de una solución.
Mi solución, la de mi padre y la correcta.
Para mi no había ninguna duda que la mía y la correcta eran la misma.
Desgraciadamente para mi orgullo, mi padre, (tu abuelo) pensó exactamente lo mismo.
Recuerdo que intentó explicar, razonar, en definitiva hizo lo que pudo, lo que supo o lo que yo le dejé hacer.
Finalmente al colegio, llevé mi solución. .- “No esta bien hecho Alejandro", dijo .- "pero resuelve el problema como tú creas”.
Créeme Nicolás que estaba tan convencido que era la única solución posible, que sonreí para dentro y pensé... Da igual.. “Yo tengo razón”.
Al día siguiente, en el colegio descubrí sorprendido que además de mi solución y la de mi padre, había una más. ¡La de mi maestra!
A juzgar por las tres letras en rojo M…A…L, que ella puso debajo de mi solución, mi autoestima supo enseguida que su solución era también la correcta.
Aún faltaba el broche de oro, el golpe definitivo a mi recién estrenada libertad. La solución de la maestra se parecía sospechosamente….a la de mi padre, tu abuelo.
Volví a casa y cabizbajo entoné por primera vez aquel terrible .-“Papá, tenias razón”.
Por cierto desde aquel día hasta hoy, no fue la única vez que esas palabras salieron de mi boca.
Aquella anécdota del niño que fui, me enseño muchas cosas. Hace 30 años la vergüenza y el orgullo herido no me permitieron verlo. Hoy se que aprendí.
Aprendí que siempre habrá personas que sepan algo más que yo y entonces empecé a escuchar un poco más a los demás. Aunque sólo un poco más.
Aprendí que hay diferentes formas de ver las cosas y entonces me costó un poco menos respetar a otras personas y otras ideas.
Aprendí que mi solución no siempre es la correcta, ni siquiera la mejor y fui entonces un poco mas flexible y tolerante.
Aprendí que me puedo equivocar y no pasa nada, si se admitirlo y puedo aprender de ello y entonces fui un poco más creativo y más curioso que nunca.
Aprendí que puedo tener luz y voz propia y fui un poco más dueño de mi corta vida.
Y por supuesto aprendí  alguna cosa sobre planos cortados por dos rectas oblicuas, semiplanos y ángulos.
Precisamente hoy he descubierto que había un aprendizaje más. Quizá el verdadero legado de mi padre.
Aquel día tú abuelo permitió que me equivocara, tolero mi error. Dejo que aquel niño, tomara una decisión y volviera a casa con un cero, teniendo en su mano el poder evitarlo.
Hoy Nicolás quiero legarte…
Mi compromiso con el respeto a tus decisiones, a tus equivocaciones si las tienes, mi compromiso con tu autonomía, con la defensa de tu voz y de tu luz…
Aunque eso signifique que tal vez un día te vayas orgulloso a la escuela y regreses dolido y pequeñito porque una maestra te robó el triunfo,
Y tu padre, pudiendo evitarlo...no lo hizo.
*Leído y ofrecido el 19 de septiembre del 2007 en la celebración de bienvenida de mi hijo Nicolás.

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