Hubo una vez un levantinorendido por una doncellapor cuyo corazón marinopaseaba el amor por ella.
Y cada mañana dejabaverse cuando el alba nacíay por su ventana pasabacon los andares que tenía.
Tanto que quería y amabael levantino aquella damaque todas las noches soñabacon ser el amante en su cama.
Como dejaba su angelitaser hambre de sus madrugadascon la ropa tan ligeritay las nalgas tan apretadas.
Más en una cierta ocasiónaun cerradas vio las ventanasy le dio vuelcos el corazónal verse solo en las mañanas.
Aquellas cortinas dejaronde ser valientes de alegríacuando nunca más pasearonlos andares que ella tenía.
Las campanas tradicionalesllamando al entierro sonaronlloraba él por sus ventanaleslas cortinas se los llevaron.