Abrí el libro y lo primero que vi fue:
21-10-88
¡Para Frede en tu cumpleaños!
LOS BUFONES DE DIOS
Te dedico este bello libro. Sé que en el encontrarás mensajes espirituales que siempre llenan de regocijo el corazón del hombre. Y tu querido hijo se que lo vas a Disfrutar.
Tu vieja que te ama
Y amara por siempre.
Recorrí con la mirada aquella dedicatoria en caligrafía redondeada, dispareja, con evidentes faltas de ortografía y pensé:
La madre era aficionada a la lectura, también el hijo, Frede. Ella lo amaba y deseaba levantar su ánimo, Frede estaría pasando por momentos muy tristes, él era creyente, pero empezaba a dudarlo, probablemente atravesaría por una grave depresión debido al nacimiento de un hijo con retardo mental. Sus páginas manoseadas, la tapa plastificada con papel contact, la contraportada inexistente pero rehecha con cuidado, me decían que durante muchos años ocupó un lugar especial en alguna biblioteca. ¿Frede había viajado, no pudo llevar el libro consigo, y con dolor lo donó a un librero? ¿Por qué otro motivo podría deshacerse de un libro tan valioso? Cuando muere la madre se desea conservar lo que ella regaló con tanto amor. Tal vez el viaje de Frede había sido tan largo e irreversible como el de ella.
Di un suspiro y empecé a leer.
Nota: Compré Los bufones de Dios el jueves, cuando lo abrí y me topé con la dedicatoria, la tristeza invadió mi alma. Pensé en Frede, en su madre, y me pregunté: ¿Qué será de ellos? ¿Qué creen ustedes que pudo suceder para que Frede decidiera deshacerse del libro?
B. Miosi