- Buenos días ¿Sergio? Soy Lola ¿me recuerdas?
- ¡Por supuesto! ¿Qué hay, cómo estás?
- Bien, bien. Gracias. Mira, me ha dado tu número Lina. Necesito hablar contigo.
- No hay problema. Cuéntame.
- No, no. Por teléfono no. Es mejor que nos veamos en persona.
- Muy bien. Pásate por aquí, por mi despacho…
- Preferiría otro sitio. Aunque se trata de pedirte una opinión profesional, creo que sería mejor vernos fuera de tu despacho.
- ¿Tienes problemas legales?
- Podría tenerlos. Pero ya te digo que no quiero adelantarte nada por teléfono. ¿Podríamos comer juntos?
- ¿Hoy? Imposible. Tengo una comida de trabajo que no puedo evitar.
- ¿Y para cenar?
- Bueno. Podrías venir a casa y cenar con nosotros.
- No. Es mejor que de momento quede entre tú y yo. Incluso con Lina. Aunque le he pedido a ella tu teléfono, no sabe nada del motivo y prefiero que siga siendo así. Dime tú cuando puedes, yo me adaptaré.
- Bueno ¿qué te parece mañana? Podríamos comer en “El Yantar”. ¿Reservo mesa para las dos?
- Mejor para las dos y media. Allí nos veremos. Gracias. Hasta mañana.
- Hasta mañana.