El llanto adivinado (diario)

Publicado el 21 septiembre 2011 por Miguelmerino

Diario de Lina, día 21/09/11

Me tiene preocupada Sergio. Muy preocupada. Lo veo últimamente más taciturno de lo habitual en él, que ya es decir. He intentado hacerle hablar pero no hay manera, no suelta prenda. Ángel, que piensa que está como siempre, raro, dice él, también ha intentado hablar con él, por ruego mío, por si era algo que le fuera más fácil contar a otro hombre, pero tampoco ha sacado nada en claro. Tere tampoco sabe nada. En realidad nunca ha sabido ver los cambios en Sergio. Lo adora, sin ninguna duda, pero nunca ha podido ver dentro de su alma. El haber tenido una infancia parecida, nos hace más receptivos el uno para el otro. De hecho, Tere, muchas veces ha estado mosqueada conmigo porque pensaba que entre Sergio y yo podía haber algo. Nada más lejos de la realidad. Sergio y yo podríamos ser hermanos (de alguna manera lo somos), nunca amantes, demasiadas aristas en los mismos sitios. Demasiados rincones en penumbras. Lima con lima, no lima. Pero nos reconocemos. Tan es así, que miro ahora mismo a Sergio y me reconozco en sus miradas, en sus ausencias, en sus evasivas. Son las mismas miradas, ausencias y evasivas que yo he utilizado tantas veces. Y eso es lo que me asusta, que tengan el mismo origen. Si ha sido atrapado por ELLA no voy a poder ayudarle. No tengo fuerzas. No tengo valor. No quiero andar ese camino de nuevo, ni aun junto a Sergio. Sé lo persuasiva que puede llegar a ser. Lo insistente, lo seductora. Conozco todas sus armas, pero, precisamente por ello, no puedo ayudarlo. Volvería al mismo infierno y además, no evitaría su caída.

No sé que hacer. No veo salida.