Me fijo en la creciente crispación en los medios, en los semáforos, en la cola del súper, en las plazas, en el trabajo, en la calle en general y en las casas en particular. Debe ser la crisis, la tensión laboral, el calor aplastante o el exceso de materialismo e individualismo que nosotros solitos nos guisamos y comemos. O todo a la vez, quién sabe. Pero es evidente que cada vez más gente anda aislada en sus prisas a ninguna parte y, en general, mal encarada, acartonada, comprimida. Cuando te paras a conversar con conocidos muchos de golpe sueltan/soltamos una retahíla de quejas y problemas de tres al cuarto que se cargan de cuajo ese concepto utópico del estado de bienestar. Aunque estamos en el Primer Mundo, con comodidades y servicios nunca vistos, se percibe que cada vez hay más gente descontenta, más criticona con todo y con todos, absolutamente vacía de sonrisas y rosas blancas._________________________
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