El “marketing floral” no solo se basa en colores y aromas

Publicado el 14 marzo 2013 por Acercaciencia @acercaciencia

Aunque las flores no evolucionaron para atraer a la personas, por razones aún desconocidas a menudo respondemos con placer a sus aromas, formas y colores. Sin embargo, las flores no son solo un objeto codiciado e importante para los seres humanos, sino que tienen una función sumamente importante dentro de un ecosistema. Los insectos las recorren en busca de alimento, atraídos por sus colores y aromas, cumpliendo un rol ecológico fundamental en este viaje. Sin embargo, estas dos características no serían las únicas que actuarían a modo de “marketing publicitario” para ellas. Un estudio reciente ha indicado que las flores emiten patrones de señales eléctricas a modo de información para el insecto polinizador, las cuales actúan junto a otras señales atractivas para reforzar la “publicidad floral”.

Algo más que belleza

La aparición de flores en el reino vegetal, hace millones de años, significó un cambio radical en la manera en que las plantas se reproducían, y fue además, sumamente ventajoso. En base a esto, y si bien no todas las plantas dan flores, las que si lo hacen constituyen el grupo más extenso del reino vegetal.

Cuando una planta comienza a dar flores significa que llegó a una etapa adulta, y está en condiciones de reproducirse. Las flores constituyen la estructura reproductiva de una planta, cuya función es la de producir semillas. Para las plantas, las semillas son la próxima generación, y sirven como el principal medio a través del cual las especies perpetúan y se propagan.

Las flores contienen los órganos reproductores donde se formarán los gametos o células sexuales. Los gametos masculinos se encuentran en el interior de los granos de polen y los femeninos, los óvulos, dentro del órgano sexual femenino o pistilo. Algunas plantas poseen flores que son o bien femeninas o bien masculinas, y existen otras cuyas flores poseen ambos órganos sexuales; son hermafroditas.

El viaje del polen: un beneficio mutuo

Para que las plantas puedan reproducirse, es decir, para que pueda tener lugar la fecundación, los granos de polen de una planta tienen que llegar al pistilo de otra planta (en el caso que sean monoicas). Pero las plantas no pueden desplazarse o moverse de un lugar a otro para que se de este encuentro; por lo que los granos de polen deben viajar de una flor a otra, lo que se conoce como polinización.

En este viaje el polen puede utilizar diferentes “agentes de transporte”, como puede ser el viento, el agua o puede viajar gracias a algunos animales. Dentro de estos últimos, los insectos son altamente efectivos. Muchas especies de mariposas, moscas y abejas, recorren las flores en busca de alimento, y transportan el polen de una flor a otra. Estos insectos, llamados “polinizadores”, se benefician al comer parte del polen, rico en proteína, en tanto que a la planta le es útil el transporte de polen de planta en planta.

Para que la polinización por insectos sea eficiente, es necesario que un mismo insecto visite varias plantas de la misma especie y las polinice en su camino, por lo que las diferentes plantas han evolucionado sus estructuras florales de forma de “atraer” o “llamar la atención” a los insectos. Colores, fragancias y elegancia, además de atraernos y despertar nuestra sensibilidad, atraen de igual forma a los insectos polinizadores.

No solo color y aroma, también electricidad

Un estudio reciente, publicado en la revista ‘Science Express’, ha indicado que las flores poseen un factor atractivo extra además de sus colores, formas, texturas y aromas; emiten patrones de señales eléctricas.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Bristol (Inglaterra), encontró que las flores también tienen su equivalente a un “letrero o cartel de neón”: patrones de las señales eléctricas que emiten información para el insecto polinizador y que actúan con otras señales atractivas de la flor para reforzar la “publicidad floral”. El trabajo realizado con los abejorros (Bombus terrestres), uno de los más comunes de Europa, y utilizando tanto flores naturales como dispositivos florales artificiales, señala que estos insectos son capaces de encontrar y distinguir las señales eléctricas que emiten las flores.

El descubrimiento

La investigación se llevó adelante basándose en el hecho de que las plantas están generalmente cargadas negativamente y emiten campos eléctricos débiles, mientras las abejas adquieren una carga positiva durante su vuelo por el aire, carga que contribuye a que el polen se adhiera a sus pelos. Cuando una abeja se acerca a una flor, no se produce una chispa, pero se acumula una pequeña fuerza eléctrica que potencialmente puede transmitir información.

Fig.1. Geranium magnificum (Izq) y Gerbera hybrida (der). Imagen compuesta que muestra el estado de las flores inmediatamente antes y después de la aplicación de un colorante en polvo con carga. El patrón de deposición de polvo revela la forma del campo eléctrico. Créditos: D. Clarke and D. Robert.

En primer lugar, y mediante técnicas específicas, los investigadores pusieron en evidencia los cambios en los campos eléctricos florales en distintas especies, como se observa en la Figura 1.

Utilizando flores artificiales y diferentes dispositivos, los investigadores demostraron que cuando una abeja se posa sobre una flor, su carga se vuelve ligeramente más positiva, es decir, se producen cambios en los potenciales de la flor, los cuales permanecen durante varios minutos. Pero lo sorprendente del caso es que los abejorros son capaces de detectar, distinguir y memorizar entre los diferentes campos eléctricos florales, pudiendo variar su comportamiento en base a esto. Si bien la habilidad de detectar campos eléctricos ha sido reportada en otros animales, como los tiburones, esta es la primera vez que es documentada en insectos.

Los investigadores piensan que los insectos podría utilizar esta capacidad para detectar, por ejemplo, si una determinada flor fue recientemente visitada por otro abejorro, y por ende vale la pena ser visitada.

Preguntas aún por responder

Cómo los insectos detectan estos campos eléctricos es aún una pregunta por responder. Los investigadores especulan que las cerdas peludas de los abejorros se “erizarían” como consecuencia de la fuerza electrostática, al igual que se nos eriza el pelo al acercarlo a la pantalla de un viejo televisor.

Según uno de los autores del trabajo este nuevo canal de comunicación pone de manifiesto cómo las flores potencialmente pueden informar a sus polinizadores sobre el estado verdadero de su precioso néctar y las reservas de polen.

Debido a que los campos eléctricos florales pueden cambiar en cuestión de segundos, esta modalidad sensorial podría ser un modo rápido y dinámico de comunicación entre las flores y sus polinizadores.

Fuentes:

Floral signs go electric – Bristol University

- BBC Nature UK

- Nature

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