El mayor espectáculo

Publicado el 02 julio 2013 por Javier Juste
Asientos reservados por temporada. Aquel original salón de actos se iba llenando de rostros esperanzados, a medida que pasaba el día. Los asistentes según entraban, como cada mañana, fueron ocupando sus conocidas plazas, aparcando sus cuerpos para contemplar aquel subterráneo espectáculo. Todos entraban con prisas y a empujones, nerviosos. Muchos iban medio dormidos, sacados de las sábanas por una impasible alarma. Otros habían solventado ese problema con un café cargado. 
Día tras día se repetía esa marea de asistentes que iba dispuesta a atender a lo que se fuesen a encontrar, sin embargo, ironías de la vida, solo unos pocos comprendían la belleza de ese espectáculo gratuito, reservado en verdad únicamente a aquellos que supiesen verlo, aquellos que estuvieran atentos. De manera que muchos salían de allí decepcionados, más cada día que pasaba, por no haber visto lo que tenían delante, por no haber comprendido la belleza de esa gran función, sabiendo que se perdían algo importante, sin saber exactamente el qué. 
Su gran error fue, es, y probablemente será, el creer que necesitaban únicamente los ojos para verlo, cuando para ver un espectáculo tan bello hace falta un requisito indispensable: la sonrisa. Así que te invito, querido inquilino, que cada mañana, al subir a ese maravilloso escenario, tan bueno como cualquier otro, que es el metro, no dejes de mirar con la sonrisa, en busca del mayor espectáculo: la vida.