EL PRODUCTO
Imagine en el pasado una planicie tan grande como Europa Occidental flanqueada en sus extremos por dos cadenas montañosas de norte a sur y surcada por uno de los ríos más caudalosos del mundo. Una gigantesca pradera feraz de más de 3 millones de km2 con un enorme potencial para la agricultura y la ganadería, comparable en calidad a las tierras negras de Ucrania, pero unas 5 veces mayor.
Una vasta llanura virgen que podía comprender juntos los territorios de los actuales estados de Arkansas, Misuri, Iowa, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Minnesota al sur del rio Misisipi, gran parte de Dakota del Norte, casi la totalidad de Dakota del Sur, el noreste de Nuevo Mexico, el norte de Texas, una seccion de Montana, Wyoming, Colorado al este de la divisoria continental, y Luisiana a ambos lados del rio Misisipi, incluyendo una ciudad portuaria como Nueva Orleans. Además, alcanzaría asimismo partes de las provincias actuales de Alberta y Saskatchewan, en el Canadá de nuestros días.
Surcando esta extensión inmensa, casi plana, discurre la cuenca del río Mississippi, que nace casi en la frontera con Canadá y desemboca en el Golfo de México, cerca de Nueva Orleans, después de 3.700 km de recorrido. No es sólo la longitud del río, sino el agua que transporta: en un día de poco caudal, ese río arroja al mar 4.502 m3/segundo, y en un día bueno arroja 86.719 m3/segundo. Añada el factor de su escasa pendiente, un ridículo desnivel de 450 metros en esos 3.700 km de manso y pausado discurrir y tendrá una autopista fluvial de fácil navegación para vertebrar la región.
¿Cuántos sacrificios podría costar, en oro o vidas humanas, mantener o hacerse con el control de semejante provincia?, ¿que naciones estarían dispuestas a pugnar por ella, sus límites o soberanía?, ¿cómo afectaría su posesión al equlibrio de poder entre las naciones de la época?, ¿qué significaría una conquista de ese calibre en el prestigio y devenir de la nación que la realizase?.
Grandes cuestiones, sin duda... pero vayamos por partes.
EL ALBA DE LUISIANA
El primer europeo en avistar la desembocadura del río Mississippi, al que bautizó como río del Espíritu Santo, fue el español Alonso Alvarez de Pineda, en 1519. Desde 1528 comenzaron a realizarse exploraciones con distinta suerte hasta que el extremeño Hernando de Soto, a la sazón gobernador español de Cuba y veterano de la campaña de conquista del Perú, organizó una expedición que desembarcó en la bahía de Tampa en 1539. De allí siguió adelante por tierra hasta encontrar el río Mississippi, que cruzó para alcanzar Arkansas en 1541. Al año siguiente, de regreso al río Mississippi, De Soto murió en lo que hoy es Luisiana y lo que quedaba de su contingente, al mando de Luis de Moscoso, navegó aguas abajo del río hasta el golfo de México. Se cree que fueron los primeros europeos en pasar por el sitio donde hoy se
asienta Nueva Orleans.
Desde finales del siglo XVII los franceses, que habían colonizado una parte del Canadá, estaban muy interesados en hallar una salida al océano Pacífico; por este motivo, desde la Nueva Francia salieron sucesivas expediciones que llegaron a descender por las aguas del Mississippi hasta el golfo de México. Allí desembarcaron y reclamaron para Francia las tierras de la cuenca, bautizando la región con el nombre de Luisiana, en honor del rey Luis XIV. La posibilidad de controlar la ruta del comercio desde el Canadá hasta el golfo de México fue considerada de vital interés para Francia y su colonia más importante en el Nuevo Mundo, y se propuso crear otra colonia en Luisiana.
El establecimiento de Natchitoches (a lo largo del río Rojo, en el actual noroeste de Luisiana) fue establecido en 1714 y es considerado como el más antiguo establecimiento europeo en Luisiana. Los asentamientos franceses tenían el propósito de detener el avance español desde Texas. También el final del Antiguo Camino de San Antonio (también llamado Camino Real) terminaba en Natchitoches. Pronto se convirtió en un puerto floreciente, con tierras algodoneras en las riberas del río. Con el tiempo, los hacendados desarrollaron inmensos latifundios y surgieron pequeñas poblaciones alrededor que empezaron a crecer. Esta dinámica se repitió en Nueva Orleans y otras ciudades, que ayudaron a la expansión y exploración de La luisiana, basándose especialmente en el río Misisipi y sus tributarios, desde Nueva Orleans hasta la región llamada Illinois, en el actual San Luis (Misuri).
En la década de 1720, numerosos inmigrantes alemanes se establecieron junto al Misisipi, en la región, que fue conocida desde entonces como conocida como la Costa Germana.
Inicialmente Mobile (Alabama), y Biloxi (Misisipi), funcionaron como capital de la colonia. Reconociendo la importancia del río Misisipi para operaciones comerciales y militares, Francia hizo de Nueva Orleans el centro de poder civil y militar en 1722. Más tarde, Luisiana fue dividida en dos regiones, conocidas como Alta Luisiana, que empezaba al norte del río Arkansas y tuvo como capital a San Luis, y la Baja Luisiana, que tendría como capital Nueva Orleans.
La parte superior de Luisiana (Haute-Louisiane), consistía sobre todo en grandes y fértiles llanuras. Tiene un clima extemado: cálido durante el verano con frecuentes trombas, y muy frío en invierno, ya que está bajo la influencia de corrientes de aire polar. En el siglo XVII, grandes partes del área estaban cubiertas de bosques, que supusieron una gran fuente de recursos
para el comercio de piel.
LA PROSPERIDAD DE UNA COLONIA
En 1762 la Guerra de los Siete Años que Francia sostenía con Gran Bretaña estaba concluyendo y Carlos III pide al rey francés que a cambio del apoyo ofrecido por España (apoyo que le costó perder Florida entre 1763 y 1783) le entregue Luisiana. Esto se establece en el Tratado de Fontainebleau. En 1763, por el Tratado de París se ceden a Gran Bretaña Las Floridas (La Florida como tal y La Florida Occidental, comprendida ésta desde el río Apalachicoola al este hasta el Misisssippi al oeste), por parte de España, y Nueva Francia (Canadá) por parte de Francia, salvo Luisiana, que será para España.
A fin de cuentas, el rey de Francia, Luis XV, y el rey de España, Carlos III, eran primos y aliados contra Inglaterra. Sin embargo, la transferencia de Luisiana a España se mantuvo en secreto hasta el 21 de abril de 1764, cuando Luis XV envió una carta al gobernador de Luisiana en la que le daba a conocer el traspaso.
En 1788 se fundaba Nueva Madrid a orillas del curso medio del Misisipi y por esa misma época se consolida la inmigración de varios millares de francófonos de la región de Acadia (actuales Nueva Escocia, Nuevo Brunswick y la Isla del Príncipe Eduardo, en Canadá) se refugiaron en Luisiana, tras ser expulsados por Gran Bretaña. Los «cajuns» (o cadiens) Se establecieron en la región suroeste, llamada Acadiana. Los españoles, que deseaban más población católica, recibieron de buena gana a los refugiados. Los cajunes son sus descendientes actuales. Además, inmigrantes de las Islas Canarias llegaron entre 1778 y 1783. Los llamados «isleños», se establecieron principalmente en la zona del delta del Misisipi y fueron uno de los núcleos poblacionales de Nueva Iberia, Barataria, Valenzuela, Villa Gálvez...
La independencia de Estados Unidos se reconoció por la firma del Tratado de París en enero de 1783, con lo cual el nuevo país pasó a tener por vecino oficial a España, con una vasta frontera que iba del Atlántico al Pacífico.
Por aquel período se construyeron nuevos canales para facilitar el comercio, y se erigieron fuertes y baterías para proteger a la ciudad de ataques militares. También se instaló el sistema de alumbrado público, se instauraron las rondas nocturnas de la policía y comenzó la publicación del primer periódico de Luisiana, el Moniteur de la Louisiana.
A finales del siglo XVIII Luisiana estaba cerca de convirtirse en una colonia próspera, con alrededor de 50.000 habitantes y un interesante foco comercial con la ciudad de Nueva Orleans, si bien en su conjunto permanecía desierta e inexplorada.
(continúa en
http://almadefrontera.blogspot.com/2011/12/2-parte-el-mayor-negocio-de-la-historia.html)