Revista Diario

El mayor premio es compartirlo

Publicado el 01 diciembre 2014 por Rocío @catpeoplees
El mayor premio es compartirlo Dic 01 2014 · 14 comments · blog

Manuel mira desde su ventana las calles de la ciudad, las vemos cubrirse de nieve. Manuel mira con tristeza, en sus ojos azules no encontramos esperanza.

Luego su mujer le dice: A ver Manuel, bajas le das un abrazo, y te vuelves a casa.

Él le responde: si es que para una vez que no compro...

Y ella lo mira con ternura: Pues ya está, no lo has comprado pues no lo has comprado fin de la historia, pero tienes que bajar.

Luego lo besa y Manuel sale a la calle; lo vemos caminar sobre la nieve.

[...]

Antonio en el bar sirve champagne y al entrar, Manuel lo saluda: ¡Antonio!

- ¡Manu! - responde Antonio
- ¡Enhorabuena Antonio! - responde Manuel.
- ¿una copita?
- No, no, a mí ponme un café.
- Un café, pues un café.
- ¿Qué? ¿después de esta cerrarás? ¿no?
- ¡Qué voy a cerrar! Ahora que éstos me van a dejar propina. Mira que cara de felicidad tienen. ¡Míralos!

Por detrás se oyen los coros de la gente gritando ¡nos ha tocado el gordo!

- Antonio, cóbrate por favor.
- 21 euros.
- ¿21 euros por un café?
- No: 1 euro del café y 20 euros de esto. - Y Antonio le acerca un sobre rojo con su nombre. Manuel abre el sobre y ve que es un décimo de la lotería de Navidad.

(Se miran con lágrimas en los ojos)

- ¡Antonio!

Después vemos el lema: El mayor premio es compartirlo.

El anuncio de la lotería de Navidad

Supongo que en este punto, todos hemos podido reconocer la historia del anuncio de la Lotería de Navidad; el anuncio de este año reproduce una ficción, que apela a nuestras emociones, con la que podemos estar más o menos de acuerdo. Al menos en cuanto a la trama podemos ver un salto cualitativo con respecto al anuncio del año pasado que, creo, todos tenemos grabado en nuestras retinas.

Lo que no vemos

Sin embargo no es un análisis del anuncio lo que me gustaría hacer, sino una reflexión sobre lo que no se ve, sobre la realidad que hay más allá, justo detrás de la ficción. Sobre las condiciones de trabajo en ciertos sectores con las que algunos profesionales, sobre todo relacionadas con profesiones creativas se ven inmersos día a día.

Hace un par de semanas y coincidiendo más o menos en el tiempo con el estreno del anuncio pude leer este artículo que hacía referencia a este otro de Jon D. Domínguez.

Para el anuncio de la Lotería de Navidad, varias agencias se presentaron a un concurso público, entre ellas la agencia Leo Burnett que, junto con la productora RCR, convocaron a profesionales del sector para grabar una maqueta que reprodujera el anuncio, con el fin de vender la idea del spot. Los profesionales que participaron en esta grabación no cobraron dinero alguno, lo hicieron con la confianza, remarco: LA CONFIANZA, de que si la propuesta resultaba ganadora, participarían en la grabación del mismo, esta vez sí, recibiendo una remuneración acorde al trabajo prestado hasta el momento.

Jon D. Domínguez participó en la grabación de la maqueta, como director de fotografía, pero nadie le avisó de que la propuesta en la que participó había resultado ganadora. La productora encargó la dirección de fotografía a otra persona, y ni siquiera avisó de que no lo iban a tener en consideración.

Resulta realmente cínico ahora ver el anuncio, que proclama a bombo y platillo que el mejor premio es compartirlo y llama a la solidaridad y a la generosidad entre las personas.

Más ética publicitaria

Está claro que el fin de la publicidad es incrementar las ventas y que el propósito es dar visibilidad a través de una historia que consiga emocionar, que no tiene por qué ser verdadera; las personas que lo llevan a cabo no tienen que ser buenas personas. Sin embargo pienso que en ningún ámbito de la vida debe dejarse de lado la humanidad, ni el respeto por el trabajo de los demás. Está bien luchar por los sueños, conseguirlos, pero nunca a costa del trabajo de otros.

No creo en la competencia, me siento mucho más a gusto con la cooperación, por eso me siento decepcionada y cabreada cuando veo este tipo de circunstancias, en las que personas ponen su esfuerzo y trabajo a cambio de nada, y una vez conseguido se les ignora en el proceso, sin recibir una palabra, un simple email o llamada avisando de que se ha escogido a otra persona. Y me decepciona porque en mayor o menor medida es algo que me es muy familiar, que día a día veo a mi alrededor y que por desgracia, aunque a menor escala, también he vivido en primera persona.

Y sí es bonito tener sueños, pero no a costa de trasformar en pesadillas las vidas de los demás. ¿Dónde dejamos nuestra ética? En este sistema injusto lo que tú tienes de más lo tiene otro de menos. ¿En qué momento el dinero empezó a ser un fin, y dejó de ser un medio?

Lo peor de todo es que este hecho se ha acentuado muchísimo con la dichosa crisis y muchos se amparan en esto para pedir a los demás esfuerzos inhumanos, trabajos no remunerados a cambio de nada. ¿En qué momento nos olvidamos de ser personas y nos transformamos en objetos de consumo que pueden aprovecharse, desecharse o ignorarse según nos interese?

El mayor premio es compartirlo

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