El mejor té del mundo

Publicado el 17 abril 2012 por Frankh @frankh_art

Valle de Hula, Israel

Ha llovido la semanaentera y todo es barro. El jeep y nosotros.
Andamos contando peces – ríos, riachuelos, lagunasy estanques son nuestra oficina de trabajo.
Agua, lodo, fango, raíces, musgos, rocas - arribael cielo gris, amenazante, aquí la brisa húmeda. Entramos al agua lentamente,por turnos, y vamos cerrando la red lenta, pero implacablemente. Todo unosprofesionales del barro.
Los peces diminutos mueven sus cuerpos helados ennuestras manos - tres cobítides, dos agleset, un zillii... la poblaciónescamosa también merece censos.
A los pies del Monte Tabór (algoJesús hizo allí, no sé qué, pero en la cima hay un convento), corre unriachuelo salvaje. También encontramos karnuním, unos hermosos peces rayadoscomo payasos y con bigotitos.
A mediodía dejamos el valle y subimos hacia elGolán. Más frío, más barro, una llovizna constante.
Desde allá la vista es hermosa - al fondo el MonteJermón, nevado, abajo el valle Yizreel, el valle de Hula, verdes, verdes. Con todoslas posibles combinaciones de verdes.
Simón está agachado agrupando piedras, silenciosocomo el paisaje. Llena los huecos con ramas y papeles, los enciende. Sus manosduras se mueven con seguridad. Pone encima una tetera metálica, pone té,distribuye tazones de aluminio y se sienta a esperar.

Esperar y contemplar. La gran sabiduría de lanaturaleza.
Al rato, deposita en nuestras tazas el mejor tédel mundo - hecho sobre fuego, en lo alto de la montaña, en silencio y encalma, mientras el agua regresa del cielo y se deposita sobre la tierra.
Simón, barba profusa, poncho y bototos, parecesaber que todo esto ha estado aquí mucho antes que nosotros y que estará aquímucho después que nosotros.
- Gracias, montaña, por dejar sentarnos un rato,contemplar esta maravilla y tomar un té.

Lejos, el mundo sigue su camino.