El All-Star vuelve a Los Angeles justo cuando los Clippers pueden mostrarle al mundo a su jugador franquicia. Blake Griffin, un tipo en ebullición y con ganas de enseñarse, de acaparar miradas (no sólo las más o menos indiscretas de Rihanna) y flashes. No ha renunciado el número 1 del draft de 2009, lesionado la temporada pasada y rookie este curso, a participar en las tres jornadas a las que estaba llamado.
El viernes sufrió en el banquillo la distribución de minutos en el choque Rookies-Sophomores. Una serie de mates con marca de la casa le hicieron venirse arriba y reclamar más tiempo en pista. No obtuvo recompensa a sus plegarias y vio cómo un compañero de equipo, su máximo rival por cierto al título de "rookie del año" John Wall, levantaba el trofeo como MVP del partido. Él lo quería, por eso jugó.
La segunda jornada le tocaba vestirse de corto para afrontar el concurso de mates. Mucho se esperaba de esta edición, sobre todo después de que el año pasado la decepción tiñese de oscuro el tan celebrado certamen. Se apuntaba a un resurgir con la presencia de Griffin junto a otros jugadores jóvenes y atléticos.
Griffin en esta ocasión sí pudo vencer en un concurso en el que de nuevo unas controvertidas puntuaciones dejaron fuera planteamientos originales como los de Ibaka. Parecía todo programado para que el 32 de los Clippers ganase en el Staples. No solamente él ganaba, se supone que la NBA tiene una nueva cara con la que vender su producto.
A la liga se le da muy bien ésto de exportar su marca, de ajustarse a los tiempos, de modernizarse, de llegar a todos con chispeantes imágenes. Los mates de Griffin han rellenado muchos minutos en las teles de todo el mundo, y el que haya ganado les viene muy bien. No resto mérito a los mates de Griffin (el del coche tiene su mérito), pero sí que eché en falta un pelín más de justicia en ciertas puntuaciones.
Esta noche Blake aborda su estreno en los grandes como "all-star", y estoy impaciente por ver si es objeto del clásico boicot que los veteranos suelen poner en práctica a los nuevos que vienen pasados de vueltas o con ansias de triunfo en su primera cita.