Sábado, 13 de enero de 2018 11:24|Diana Garrido220
Se estima que son cerca de 150 pinturas de Kahlo las que
han sido quemadas, compradas o perdidas. Una de ellas es
'La mesa herida'.
La última cena de Da Vinci no es la obra más buscada del mundo, es la versión de Frida Kahlo. La mexicana, como parte de su ingenio artístico, tuvo la maravillosa idea de retratarse en un cuadro en el que impera la sangre y el dolor como en muchas de sus creaciones, pero emulando la tan parodiada y copiada pintura del genio italiano. En el cuadro de Kahlo se le puede ver a ella sentada entre calaveras, deidades, venados y hasta niños, mientras la mesa, con pies y manos sosteniéndola al piso, sangra y pareciera sufrir tanto como la propia artista.
Por única ocasión, Frida aceptó pintar una situación surrealista siendo consciente de ello. Aunque la crítica catalogaba sus cuadros como piezas pertenecientes al surrealismo, ella siempre se dijo ajena, argumentando que no pintaba sus sueños, sino su realidad. No obstante, para la Exposición Internacional de Surrealismo en 1949, fue invitada y al final se convenció de pintar uno de sus trágicos sueños en un lienzo de dimensiones amplias, comparado a los cuadros que solía hacer. Con 1.20 x 2.45 metros de espacio, Frida expuso su temor a la muerte, la tristeza y la angustia que vivía día con día y cómo es que el mundo la hería constantemente como si ella fuera un mueble inanimado. Se comparó con una mesa, se mostró vulnerable ante la idea de partir al mundo y externó su aflicción por no poder tener hijos. El cuadro, titulado La mesa herida es una rareza por donde quiera que se le mire.
La exposición con sede en Varsovia la contactó para participar, Frida aceptó e incluso, con más entusiasmo de lo que se podría esperar, envió su cuadro, en el cual también se podían ver reflejadas sus convicciones políticas y su típica tristeza. Sin embargo, luego de donarla y ser exhibida, la pieza desapareció. La siguiente parada para la pintura era Moscú, en donde tenía planes de mostrarla un tiempo y enseguida enviarla de gira por el mundo, pero debido a la extraña y forzada desaparición no pudo hacerlo. La curadora de arte Helga Pringnitz-Poda estima que son cerca de 150 cuadros de Frida Kahlo los que han terminado quemados, desaparecidos o comprados por coleccionistas privados, lo cual eleva el costo de La mesa herida a 20 millones de dólares.
Las historiadora de arte Teresa del Conde asegura que en la Casa Azul había documentos en los que Kahlo accede a regalar su obra desde mucho tiempo atrás. Diez años antes de la invitación a la exposición, Frida ya tenía pensado regalar esa obra al Museo de Arte Occidental Moderno de Moscú, al cual no pudo llegar. De igual forma, algunos cuadros de Diego Rivera y Pablo O'Higgins desaparecieron de un momento a otro. A casi 70 años de la extraña desaparición, las búsquedas no cesan. Lamentablemente, no hay señales de la obra, misma que curiosamente es la más grande en la obra de Kahlo.
En el Centro Cultural ZAMEK, dentro de la muestra Frida Kahlo y Diego Rivera: el contexto polaco, exhibe una réplica en blanco y negro, así como fotografías del proceso de creación. A un lado de la copia se puede ver un libro en el que los visitantes escriben sus teorías acerca de cómo es que un cuadro de semejante magnitud pudo desaparecer en tan poco tiempo. Sin embargo, no es la única pintura de gran formato que ha desaparecido sin que nadie, aparentemente, se dé cuenta. Un mural de Diego Rivera desapareció un tiempo y pronto se ubicó su paradero en una bodega.
En el libro de las teorías se puede leer que la mayoría cree que fue una conspiración gubernamental o que el paradero se conoce desde hace mucho tiempo y no han querido decirlo para seguir generando visitas. Algunos creen que está en la Casa Azul, otros que lo tiene la familia de la artista, unos más piensan que nunca existió y hay quien cree que está bajo el techo del presidente ruso Vladimir Putin, incluso, los niños, dibujan mapas del tesoro para llegar a ella.
Los colores del cuadro muestran la esencia de Frida, su amor por México, por la naturaleza y sus constantes motores para seguir con vida, aunque eran los mismos que la destruían lentamente. La mesa herida es una pieza que representa su vida, como toda su obra pictórica, pero es también quizá, una premonición de lo que le esperaba al cuadro: el sufrimiento de no tener lo que más se anhela es lo que prevalece en la imagen y es justamente el anhelo de ver el cuadro físicamente al menos una vez en la vida.
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