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El misterio del Ajolote y la regeneración de miembros

Publicado el 19 diciembre 2012 por Que_historia
Este simpático animal, originario de algunas lagunas de Méjico y en peligro de extición, tiene la sorprendente capacidad de regenerar casi cualquier tipo de tejido de sus cuerpo.
El misterio del Ajolote y la regeneración de miembros
El ajolote (Ambystoma mexicanum) es una especie de salamandra y una rareza evolutiva, pues llegan a reproducirse cuando aún se encuentran en etapa larvaria.
En lengua náhuatl, recibe el nombre de Axolotl, que significa monstruo acuático y en la mitología azteca se le consideraba como una deidad asociada al movimiento, la muerte y las transformaciones.
Cuando un ajolote pierde uno de sus miembros, por ejemplo una de sus patas, sobre la herida se forma una protuberancia denominada blastema y a partir de ese momento se inicia el proceso regenerativo, que suele durar unas tres semanas, y al cabo de ese tiempo aparece una nueva pata, completamente funcional y operativa. Muy poco tiempo en regenerarse, teniendo en cuenta que este animal puede llegar a vivir más de 12 años.
Y no solo tienen la capacidad de regenerar extremidades, lo más sorprendente es que pueden reconstruir pulmones, ojos, médula espinal y tejido cerebral.
Científicos de la Universidad Tecnológica de Dresde, encabezados por Elly M. Tanaka realizaron diversos estudios sobre esta salamandra, tanto en su estado embrionario como adulto. A los primeros los modificaron genéticamente con la inyección de células tratadas con una proteína verde fluorescente que brilla bajo luz ultravioleta, lo que permitió rastrear la formación de nuevos tejidos. A los segundos les injertaron tejidos y órganos provenientes de los animales transgénicos y luego cortaron algunas partes para examinar la regeneración.
El estudio también encontró que las células involucradas en la reparación de tejidos podían “recordar” su antiguo papel, esto es, el tipo de funciones e incluso la localización que tenían antes de que el animal perdiera su miembro.
Por ejemplo, los expertos trasplantaron células de cartílago de los dedos y las colocaron en el muñón (blastema) remanente de un antiguo “brazo”. Tras la regeneración, esas unidades cartilaginosas se dirigieron hacia la nueva “mano” del ajolote.
A raíz de estos descubrimiento, se abren las puertas a futuras terapias que, mediante la activación de células madre, induzcan el crecimiento de extremidades en los mamíferos, los seres humanos inclusive.

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