El misterio del Cristo del Rosario

Publicado el 20 diciembre 2012 por José Juan Martínez Bueso @JoseJuanMBueso


La iglesia del Rosario es una popular parroquia que suelo visitar con frecuencia en mis paseos por Zafra. Queda al otro extremo de la ciudad (aunque no en la periferia),  el Arco o Puerta del Cubo en su tozudez arquitectónica viene a engalanar con su torre la vía a este templo, en un largo trayecto longitudinal cruzando varias calles desde mi barrio siguiendo la misma calzada, como una gruesa alfombra grisácea que nos condujese hasta el mismo atrio de la iglesia.
La casa parroquial adjunta (con la que comparte patio la iglesia) es muy recoleta y siempre se ha hablado con admiración de las extensas huertas adyacentes que la abastecían, aunque es un mito comparable a los jardines de Babilonia porque la verdad es que nadie hoy en vida ha podido dar noticia de esas huertas.
Parece extraño sin embargo que aquí tuviera su sede el Seminario Internacional durante los años 30 y 40 del siglo XX, dirigida por una congregación de claretianos entre los que se encontraba don Juan María Robles Febré,  el editor de la editorial Kylix medio siglo después, a quien llegaría a conocer y a cultivar su amistad en Badajoz, ya anciano él.
Iglesia pulcra en su sencillez rural, alejada de retórica aparatosa en su basílica diáfana de origen renacentista, conserva un aire de ermita mayor y sus retablos nos hablan de cereales liturgias y de íntimos sacramentos en el estatismo y la clarividencia de su estética dieciochesca, luz y música en ofrenda.
He escuchado decir a algunos que este lugar, en algunas áreas de la iglesia, es surtidor de energía cósmica que uno mismo puede sentir si encuentra ese espacio . Es muy posible.

Avanzo en la penumbra pobremente iluminada de la iglesia silenciosa y vacía. Había luz al entrar pero mis ensoñaciones me han distraído y de repente la noche ha caído ya. Implacable. Es un día tan anodino y desamparado, que parece estar huérfano de almanaque. Fuera, en las calles, caen algunas gotas obstinadas y lúgubres mientras que el viento sopla como un castigo divino y mis pasos resuenan cóncavos y rotundos sobre el suelo de tablones, creando una oscura premonición.
¿Qué ecos desvelan la soledad del coro mientras palpita el silencio?. ¿Qué misterio guardarán las entrañas de esta iglesia?