Cuando parecía que Sergei Polunin volvía a llevar una vida repleta de danza, sana y madura, el bailarín ucraniano nos ha vuelto a sorprender. Esta vez ha sido ”huyendo” de Londres, en plenos ensayos para la nueva obra de Peter Schaufuss, Expreso de medianoche. Polunin despareció a tan solo cuatro días del estreno en el London Coliseum y hasta ayer día 9 no se supo de su paradero Polunin según un portavoz del Ballet Stanislavsky, se encuentra sano y salvo en Moscú,tras su repentina huida de Londres.
Durante estos días han ido saliendo más detalles un tanto escabrosos del bailarín, como por ejemplo el tema de la autolesión como manera que tenía el bailarín para sentir adrenalina y poder abstraerse de un día a día gris y taciturno. También admitió haber actuado habiendo consumido cocaína, pero que este ya no era un hábito en el. Hemos de recordar que en enero del año pasado también abandonó repentinamente el Royal Ballet. En este caso aparecieron muchos motivos para su huida, insatisfacción artística y monetaria, un carácter rebelde, depresión por haberse separado de su novia, la bailarina Helen Crawford o incluso se llegó a decir que lo había dejado para fundar un local de tatuajes.
Lo que si está claro es que el caso de Sergei Polunin es el típico de juguete roto. Ascender a Bailarín principal tan solo a los 19 años, convirtiéndose así en el Bailarín Principal más joven de la historia del Royal Ballet. Tenía un futuro prometedor, el cual poco a poco se va oscureciendo. Primero con su espantada en 2012 y ahora con esta nueva huida. También se ha de decir que sus pretensiones de vida eran las propias de un niño, hacerse muy famoso, ganar mucho dinero y tener tiempo para pasárselo muy bien. Hay que tener en cuenta que en el mundo del ballet, los objetivos vitales que Polunin buscaba no son posibles. Se trata de empleo muy mal remunerado, con muchas horas de trabajo, una gran jerarquía que hay que respetar y poco reconocimiento por el mainstream.
Lo único que el público espera es que este bailarín de elegancia y técnica equiparada a las de los increíbles Nureyev o Baryshnikov, consiga ya de una vez por todas solucionar sus problemas y que podamos disfrutar de un Sergei Polunin feliz. Y si además es bailando, mejor que mejor.