Revista Diario

El momento indicado.

Publicado el 18 diciembre 2013 por Rizosa
Hace dos semanas que llegaste a mi habitación y desde entonces nos hemos hecho íntimas. Te he cantado, te he ofrecido mis últimos Moncherises y el mejor de mis gintonicses (incomprensiblemente preferiste un vaso de agua), te he cantado, te he bailado y te he contado mis más íntimas miserias en esas sobremesas en las que las dos nos tumbamos al sol a echar un ratito zen y despreocupado.
Contigo se me pasan las horas volando y es que, para qué negarlo, eres una tía legal: sin duda sabes escuchar y sin juzgar, que es lo más importante. Sin darme consejos que no pido, sin hacer un mohín. Pero hoy tengo que contarte algo que a lo mejor aún no has descubierto de mí, querida violeta africana.
Se me ocurrió ayer, tratando de subir un par de puntos de cocina en el GW2, un juego al que estoy enganchada. En ese mundillo virtual resulta que si te pones a recoger plantas y frutas por el prado y luego las cocinas, ganas mucha experiencia y subes de nivel con relativa facilidad. Se te premia por dedicarte a tus labores, vaya, y no sólo al mata-mata como en otros juegos. La cuestión es que yo estoy atascada en un nivel bastante alto en el que hay que cocinar MUCHO para subir, y además las plantas que necesitas son más difíciles de conseguir. Y en una de estas veces en las que me encontraba yo junto al horno, rompiéndome la cabeza para cocinar algo decente que me diese experiencia, va una amiga en el juego y me dice, asi como quien no quiere la cosa: "pero Rizosa, ¿no tienes potenciadores de profesiones? Si con eso subes en nada". Para que lo entiendas, los potenciadores son una especie de premios que te regalan en el juego al completar misiones o matar a determinados campeones. Se trata de unos objetos que, al ser usados, aumentan la experiencia ganada con cualquier profesión (incluida cocina) el doble de lo habitual. Y, como habrás podido adivinar, yo tengo el inventario de mi personaje hasta arriba de dichos potenciadores. Como tengo Diógenes, cada vez que hacía una misión y me daban algo especial... ale, pa la saca. Para cuando lo necesitara. Para una ocasión especial.Y mientras llegase esa ocasión especial, ahí estaba yo, de los nervios, cogiendo cebollas como si no hubiese un mañana.
Y me pasa un poco con todo, no te creas. He tenido la antena de mi coche guardadita en el maletero durante 7 años. SI-E-TE. ¿Para qué? Pues para que no me la robasen, está claro. El mismo día que me compré a Martín, mi Clío, le quité la antena y me la guardé, para usarla sólo cuando la necesitara. Para ocasiones especiales. Y mientras esas ocasiones especiales llegasen, me he pasado un montón de años escuchando la radio con interferencias. 
Mi tío me regaló una botella de ginebra de esas que cuestan mucha pasta por mi cumpleaños de hace casi año y medio. Y ahí que fui yo, a guardarla... ya te imaginarás el resto: PARA OCASIONES ESPECIALES. Y todavía tengo ginebra.
Tengo un par de medias sin estrenar guardadas en mi mesilla de noche desde hace 10 años, para ocasiones especiales. Yo creo que ya ni me entran: mi pandero ha crecido notablemente.
Con las personas me ha pasado lo mismo toda la vida. ¿Cómo iba a mostrarle interés a ese chaval tan interesante, si lo acaba de dejar con su novia y no querrá nada ahora mismo con nadie? Meses después, ¿cómo iba a mostrarle interés, si acababa de empezar a salir con otra chica porque por lo visto ya estaba recuperado? ¿Cómo iba a pedirle perdón a mi amiga, si seguro que seguiría enfadada y no querría hablar? ¿Cómo iba a ir a hablar con ella semanas después, si seguro que después de tanto tiempo sin hablar ya no querría saber nada más de mí?Lo has adivinado: tenía que esperar al momento indicado, a la ocasión especial.
Como podrás ver, querida Violeta, tu amiga y regadora es una lerda del momento indicado. Pues ya está bien, sabes. Anoche abrí los ojos de la forma más tonta del mundo, en un maldito juego que me llenó el inventario de frutas y verduras. No puedo seguir guardando cosas, palabras, sentimientos. 
Ya está bien de esperar al momento indicado, a la ocasión especial. La ocasión especial es AHORA y yo me voy a subir cocina de una maldita vez. Y a ponerme un gintonic especial deluxe: a tope voy.

El momento indicado.

Ay, querida Rizos, eres una lerda. Así por lo bajinis te lo digo.



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