Revista Literatura

El morbo del pollo.

Publicado el 16 enero 2017 por Marga @MdCala

Veníamos hablando en casa de lo necesario que parece, hoy, montar un buen pollo, un escándalo virtual, o ser polémico sin más para lograr tener “rostro”, “nombre” y “apellido” en tu profesión, cuando empezó en la tele la emisión de “Chef”, de Jon Favreau (director, guionista y actor principal…). Dicen que las casualidades no existen, así que tomamos lo que veíamos como una confirmación a nuestras quejicas divagaciones: hay que montar un buen pollo para “ser alguien”. Para ser “admirado” y tenido en cuenta.

En la película, Carl Casper, un chef que pierde su trabajo por no someterse a la dictadura de su jefe, se la lía en público al mayor crítico gastronómico del estado, autor de una reseña negativa sobre su cocina, quedando todo inmortalizado en las redes sociales que, así, lo “viralizan” y convierten en “famoso”. Colas y más colas de gente esperando probar su menú, ahora más modesto y a bordo de un camión, se reproducen en su itinerario por los Estados Unidos. Incluso un policía que en principio quiere multarle por estacionamiento prohibido, cuando lo reconoce prefiere hacerse fotos con él… No sigo para no desvelar el final, pero la moraleja afianza mi triste teoría.

No digo con esto que todas las personas que consiguen el éxito profesional hayan llegado a través de vías cuanto menos discutibles, porque sé que no es así y porque eso sería una demostración de envidia cochina que no me permito. Es más, viendo cómo está el panorama -aún más el creativo-, admiro profundamente a todo escritor, escultor, pintor, gastrónomo, cocinero, periodista, actor, emprendedor y demás, capaces de ganarse la vida con su trabajo, al margen de pollos y pollas. Con perdón.

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Pero tampoco se me negará la evidencia que aquí denuncio: ¿cuántos “autores” de libros provienen de programas basura de TV? ¿Cuántos del fútbol? ¿Cuántos de haberse liado/haberla liado con premeditación y alevosía? ¿Cuántos “famosos” merecerían, en realidad, el más absoluto anonimato, si no el destierro…? ¿Cuánto listo figura en las portadas de las mejores revistas y en sus blogs, por el simple hecho de haber nacido pro-pollo o hijo de pollo? ¿Cuánto -resumiendo- por tenerla más dura (la cara) que Nacho (la mandanga)? Demasiados.

El problema, en realidad, no está en el fresco que intenta subirse al carro de los ricos y populares. Está en quienes le abren la puerta del carro y lo acomodan… En quienes “viralizan” la grosería, la desvergüenza y la bulla. En los que buscan la foto con el provocador, y desdeñan la que podrían hacerse con el discreto. El problema está en la mayoría tonta. En la mayoría morbosa.

Seamos más inteligentes y no echemos guindas al pollo, a la polla, al pavo y a la pava. Demos voz a ese del fondo que le cuesta hablar. Al que respeta las normas. Al que trabaja en silencio. Seguro que tiene mucho más que ofrecer y mejor que decir que ningún animal.


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