Se revolvió en la cama esperando pacientemente quedarse dormido, pero el sueño no llegaba y si todos los ruidos de la noche: el aullido de un pero, las gotas que caían de aquel grifo, la puerta con su chirriar constante, y los cantos ensordecedores de un centenar de grillos. Como pudo intento evadirse ... de pronto ... ¡zas!, ¡lo que faltaba! se entablo una batalla campal a vida o muerte.
El mosquito salo ileso de todas las encerronas y a el, le parecía, que incluso en la burla de tan vil insecto, era oída por todo el vecindario.
El, un hombre tan respetado, humillado por tan ridículo bicho, eso, no lo podía consentir, y tras un momento de tregua volvía a comenzar la lucha.
Parecía que tan repelente bichejo quisiera sacarle de quicio, ni la paleta ni los insecticidas, ni esperar que se parara daban resultado, ¡todo inútil!.
A la mañana siguiente, lo encontró la doncella tendido en el suelo, estaba muerto, su nuca cascada. Sobre el pecho le paracio ver un insecto semejante a un mosquito, que claro esta, no dio importancia ante el Juez que levanto el cadáver.
Luna Romero