Más
de diez años navegando en las oscuras aguas literarias, te permiten tener una
perspectiva mucho más amplia de lo que algunos creen e incluso pueden imaginar.
Este sector, el de los escritores, es peor que los alrededores de «Las 3000
viviendas» de Sevilla, «La Cañada Real» de Madrid o «Palma Palmilla» en Málaga.
Dicho
de otro modo, lo diré claro para que me entienda todo hijo de vecino. En esta
jungla te tropiezas desde muertos de hambre, con una mano delante y otra detrás
que han autoeditado tarde, mal y nunca un libro mal redactado, que no dice nada
ni siquiera en la portada, peor editado, y sin corrección alguna y cuyo autor se
cree el rey de mambo, con un ego superlativo y baboso que no le cabe en el
cuerpo. Estamos ante una fauna babosa
por naturaleza. Por lo general utilizan el «yo, me, mí, conmigo», y el resto de
la Humanidad no existe para ellos. Son mezquinos. Van buscando la gloria, y lo único
que se tropezarán es con un golpe de bruces en el suelo seguido de un buen
jarro de agua helada vertida por la nuca para intentar que despierten de su estúpido
letargo. En el fondo, son felices porque como dice el Premio Nobel, Mario
Vargas Llosa «sólo un idiota puede ser totalmente feliz»,
Si sigo
mirando a mi alrededor también me tropiezo con quien ha autoeditado pero conoce
muy bien el terreno que pisa. Es plenamente consciente que si no camina
despacio y atento, puede tropezar en cualquier momento en un lodazal de barro y
fango que puede arrastrarlo hasta el mismísimo légamo literario. Por lo
general, suele dejarse ver menos, entre otros motivos, porque los primeros son
los que más cunden y más dejan escurrir sus babas, sus egos, y notoriedad ególatra.
Esta
segunda especie suele ser un poco más humilde, más sencilla, más culta, y sin
grandes aspiraciones literarias, que escribe sencillamente, porque le gusta escribe,
pero sin ánimo alguno de llegar a lograr éxitos y dádivas divinas. Y si me
apuran sin ánimo a buscar quien recompense su silencioso trabajo creativo con la
edición de su producción. Suele ser tipo más cercanos, con los que puedes hablar,
compartir, charlar, y hasta discutir, que acabas confluyendo y haciendo
amistades.
Y,
finalmente, hay otro grupo muy numeroso de autores reconocidos, que tienen una trayectoria
y carrera literaria consumada. Son un buen puñado de hombres y mujeres, (aunque
no muchos) que han hecho del oficio de escribir su modus vivendi. Son escritores
que, con varios títulos a sus espaldas en el mercado editorial, tienen su nicho
de mercado y, en ocasiones con premios literarios, su vida gira en torno a la
literatura. Pero en este burdel también hay de todo: desde el autor que se cree
Don Vito Corleone hasta catedráticos de universidad comprometidos, serios, y
honestos, que ayudan a quienes están empezando, siendo conscientes de la
dificultad real de cualquier comienzo en la vida; especialmente en un sector
como el literario, en el que, además de ego, hay una caterva inmensa de
cuatreros dispuestos a dejar cadáveres en el camino, con tal de que prevalezca
su ego personal y evitando a toda cosa ayudar a nadie si no es cambio de algo.
El
movimiento se demuestra andando, tanto en el sector de los noveles que diría
Sánchez Dragó, como en el prostíbulo de arriba, en donde las puñaladas no se
dan con navajas de mi tierra, sino en eventos organizados en hoteles de cinco
estrellas. Que nadie se llame a engaño. La experiencia es un grado. Aquí especialmente.