Revista Literatura

EL MULTIVERSO LITERARIO, un artículo de Baldomero Dugo

Publicado el 08 diciembre 2020 por David Rubio Sánchez
EL MULTIVERSO LITERARIO, un artículo de Baldomero Dugo
    Una de las cosas que nunca he comprendido es la clásica división de Ciencia y Letras. Creo que es hora de que comencemos a comprenderlas como las dos caras de una misma moneda: la bendita curiosidad del ser humano por comprender qué narices pinta en la realidad. Lejos de considerarlas como aceite y agua tenemos que entender que ambas son fruto de un ser trascendente como es el ser humano.

    Con las letras soñamos y vislumbramos el camino de la creación; con las ciencias, comprendemos su manual de instrucciones. Son un complemento perfecto e indisoluble que siempre nos inspirará. Como muestra de ello os dejo con este excelente artículo de nuestro compañero Beri Dugo, en el que Ciencia y Letras caminan juntos.

    Por el vasto Multiverso.

EL MULTIVERSO LITERARIO: otra vuelta de tuerca a la madriguera del conejo, un artículo de Baldomero Dugo

Todo lo que puedas imaginar es real.Pablo Ruiz Picasso

       Siempre me ha fascinado el poder de la asociación de ideas. Sabes cuál es el punto de partida, pero ignoras cuál será el destino último de tus elucubraciones o de tu fantasía. De hecho, el pistoletazo de salida a este artículo que estáis leyendo lo dio, sin ser consciente de ello, nuestra compañera Cyn Romero al comentar mi microrrelato Último recurso. Concretamente, al comparar a la criatura encerrada en la urna helada con «una especie de Chtlulhu congelado».
      Y como acostumbro a hacer cuando no sé el significado de algo (reconozco mi ignorancia), hice una búsqueda en Google para el término Chtlulhu. Resumiendo, se trata de uno de los personajes más emblemáticos de la obra del genial escritor estadounidense H.P. Lovecraft. Es una especie de monstruo cósmico procedente de un universo paralelo, cuyas características físicas y habilidades hacen de él algo parecido a un dios para los humanos. Dentro de estas historias, Lovecraft introduce la noción de que todo lo que conocemos tiene sentido únicamente dentro de nuestro espacio-tiempo; cuando ocurre un evento que rompe con el espacio-tiempo comienza la locura (y yo añadiría que también la aventura).
    Fue al leer que el lugar de procedencia de esta criatura es un universo paralelo cuando acudió a mi mente la teoría del multiverso, según la cual existe en el Cosmos (palabra utilizada por los antiguos griegos para designar la totalidad de la existencia) un número infinito de universos paralelos cuyo conjunto sería la Realidad en mayúsculas. Sin solución de continuidad, me puse a buscar las últimas novedades sobre esta famosa teoría y… ¡Eureka! ¡Menudo filón encontré!
EL MULTIVERSO LITERARIO, un artículo de Baldomero Dugo
    En 1983, los físicos James Hartle y Stephen Hawking ya habían demostrado matemáticamente la existencia del llamado multiverso (término acuñado en 1.895 por el psicólogo William James), esto es, de un número infinito de universos, unos parecidos al nuestro (parece ser que solo unos pocos) y una inmensa mayoría de universos con propiedades y leyes físicas desconocidas por nosotros. Curiosamente, siendo yo por aquel entonces un escolar de doce años, centré la trama de uno de mis primeros cuentos en este mismo tema; aunque claro desconocía por completo la existencia de tal teoría. El relato llevaba por título El agujero del pasado latiente, y trataba de la posibilidad de viajar a distintas épocas del pasado atravesando para ello determinados agujeros negros. La idea central consistía en que las diferentes épocas de la humanidad coexisten en otros tantos universos paralelos, pudiendo viajar de uno a otro atravesando el agujero negro correspondiente. Siento desilusionaros, pero este cuento primigenio ya no existe.
    Pero volviendo a la teoría del multiverso, constato que lo más inspirador para mí ha sido algo que ocurrió en el cercano 2018, cuando poco antes de fallecer, Hawking escribió un trabajo junto a su colega Thomas Hertog, donde en esencia demostraban que es posible introducir una especie de sonda exploratoria en alguno de esos universos paralelos para hacer observaciones. ¡Alucinante!, ¿verdad?
    Del modo más natural (al menos, a mí así me lo pareció), esta última noticia hizo que mi mente diese un brinco desde el campo de la física teórica al de la literatura fantástica. En concreto, me imaginé que finalmente un equipo de ingenieros aeroespaciales era capaz de construir esa sonda, y que su viaje inaugural no tenía como destino otro universo regido por leyes físicas diferentes a las propias de nuestro universo; sino que se internaba por la madriguera del conejo blanco hasta el mismísimo País de las Maravillas.
    Llegados a este punto, dejadme que os muestre algunos de estos universos paralelos. ¿Os atrevéis a acompañarme?

Planilandia

    Para abrir boca, qué mejor que dejar que nuestra sonda interdimensional nos lleve de visita al universo de Planilandia: el universo de dos dimensiones descrito por el matemático y escritor inglés Edwin Abbott Abbott en su novela homónima publicada en 1.884. En ese extraño mundo, únicamente existen figuras geométricas de dos dimensiones, o sea, triángulos, cuadrados, pentágonos, etc. Al igual que para nosotros es inconcebible un universo de más de cuatro dimensiones (las tres espaciales además del tiempo), a sus curiosos habitantes les cuesta entender en qué consiste ese nuevo mundo que sus sabios han descubierto y al que han denominado Espaciolandia. Sus propiedades y características (como el concepto de arriba y abajo) les son tan ajenas como puede llegar a ser para las personas cualquier universo construido sobre la base de cinco o más dimensiones.

La ucronía

    La ucronía es un subgénero literario, emparentado tanto con la novela histórica como con la ciencia-ficción, que propone una reconstrucción alternativa de la Historia, basándose en eventos que, si bien nunca sucedieron, pudieron haber ocurrido si los acontecimientos hubieran tomado otro sentido. En esencia, lo que hacen este tipo de narraciones es preguntarse: ¿qué hubiese pasado si…?, y a partir de esa pregunta imagina un devenir histórico alternativo.
    El punto en la línea del tiempo donde los acontecimientos toman otro rumbo es lo que se conoce como punto Jonbar (también conocido como giro Jonbar). Este término hace referencia al personaje de un relato del escritor estadounidense de ciencia-ficción Jack Williamson llamado, precisamente, John Barr. Así pues, en su obra La legión del tiempo de 1.938, este personaje al recoger uno de dos objetos (un imán y un guijarro) producirá un importante punto de inflexión en la historia: la elección de uno dará lugar a la creación de una utópica civilización llamada Jonbar, mientras que seleccionar el otro llevará a la tiranía del estado de Gyronchi.
EL MULTIVERSO LITERARIO, un artículo de Baldomero Dugo

Literatura fantástica y física cuántica


    A la pregunta ¿hay literatura fantástica después de la física cuántica?, el profesor David Roas, titular de teoría de la literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona, responde afirmativamente; aunque sostiene que la mecánica cuántica ha revelado la naturaleza paradójica de la realidad: hemos abandonado el mundo newtoniano de las certezas y nos encontramos en un mundo donde la probabilidad y lo aleatorio tienen un papel fundamental (Lo fantástico como desestabilización de lo real: elementos para una definición, de David Roas). O, dicho con otras palabras: los límites entre lo posible y lo imposible son mucho más difusos de lo que se pensaba hasta la irrupción de la teoría cuántica en nuestras vidas.
    El propio Lovecraft, en su ensayo de 1.927 El horror sobrenatural en la literatura, sigue hablando de las «leyes fijas de Naturaleza» y de la «suspensión o transgresión maligna y particular» de estas que define a lo fantástico. Visto desde esta perspectiva «clásica», lo fantástico plantearía una excepción a la estabilidad del universo.
    Por el contrario, la teoría cuántica nos muestra un universo subatómico basado en principios que, desde la perspectiva de nuestra experiencia cotidiana, resultan extraños, por no decir increíbles, o fantásticos. Algunos de estos principios exóticos son, por ejemplo, la propiedad que tiene un electrón de estar en dos lugares distintos a la vez, característica muy útil pensando en los futuros ordenadores cuánticos, que permitirán realizar utilísimas comunicaciones instantáneas en las futuras exploraciones de otros planetas. Sin olvidarnos del hecho de que los electrones se manifiestan o bien como una función de onda o bien como una partícula, en ausencia o en presencia de un observador, respectivamente. Es pues tan inestable la naturaleza del electrón que para los físicos este no se trataría ni de una función de onda ni de una partícula, sino más bien de una ondipartícula. Esto último demostraría el papel fundamental que tiene cada observador (en nuestro caso, escritor) en la construcción de la propia realidad.
El Mundo cuántico establece que nuestra realidad se cimenta sobre una nebulosa de posibilidades que solo se concretan cuando son percibidas por un observador.

    Pero lejos de tratarse de un fenómeno que se circunscribe al universo subatómico, lo cierto es que a nivel cosmológico también encontramos cosas tan maravillosas y extrañas como los agujeros negros, los agujeros de gusano o la materia oscura; en definitiva, un sinfín de ingredientes para elaborar nuestros platos literarios más suculentos.
    Y es en el seno del multiverso, o sea, de un universo de infinitas posibilidades, donde adquiere pleno sentido la afirmación de que todo aquello que seamos capaces de imaginar (o aún siendo incapaces de ello, dadas nuestras propias limitaciones como seres humanos) en algún lugar se convierte en una realidad tangible; aunque sea inaccesible para nosotros.
   De hecho, según la teoría cuántica, cualquier evento que tenga más de una opción (como el lanzamiento de un dado de seis caras) daría lugar a tantos universos paralelos como opciones distintas haya. Desafortunadamente, esto no lo podemos comprobar desde un punto de vista empírico, por cuanto en nuestro universo tan solo se materializa una de las opciones posibles.
    ¿Pero y si de algún modo pudiésemos visitar el universo paralelo donde en su momento se materializó la otra opción posible, cual punto Jonbar?
        Para muestra, un relato…

Navidad cuántica

    Juan se despertó tarde. Aún aturdido, entró en la cocina. Era 25 de diciembre, así lo reflejaba al menos el calendario de la nevera.
    Pero, a pesar de su meticuloso registro, no había hallado en toda la casa un solo elemento navideño: ni rastro del Nacimiento, ni del engalanado abeto artificial; ni tan siquiera fue capaz de hallar la ramita de muérdago debajo de la cual, cada Navidad, Marta y él cumplían con el ritual del beso.
    Una llave giró en la cerradura de la puerta. Juan corrió apresurado, besando a su mujer con pasión.
    —Cariño, estoy confuso: ¿sabes dónde está el Sagrado Corazón de Jesús?
    —¿El Sagrado Corazón de quién? respondió ella, perpleja. 

    Bueno, espero que os haya gustado el anterior microrrelato, el cual representa mi pequeña contribución al tema sobre el que ha versado este artículo: el multiverso literario, concepto que en el fondo se refiere a nuestro poder para construir infinitas realidades a través de la propia creación literaria. Deseo que lo leído también os sirva a vosotros de fuente de inspiración.
© Baldomero Dugo. Texto y microrrelato.

        Gracias, Beri, por este fantástico y sugerente artículo que seguro nos dará más de una idea para escribir. Podéis leer más relatos de Baldomero Dugo en su blog RELATOS DE BERI

EL MULTIVERSO LITERARIO, un artículo de Baldomero Dugo


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas