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El mundo

Publicado el 29 agosto 2012 por Francescbon @francescbon
Cuatro días que no publico, y me doy un atracón de posts cortos de los que iré arrepintiéndome. Pero lo peor es que, en medio de todo esto, siento que presencio algo cuyos indicios me incomodan. Chatnoir cierra su blog y yo lo veo casi en directo: veo como el miércoles, a eso de las cinco menos algo de la tarde, van desapareciendo sus posts y queda un triste mensaje de despedida y una muy sucinta diatriba hacia quien o quienes misteriosamente la han empujado a tan cruel decisión. Intento comentar en el blog de Karina y ni caso: para decirle que aquí, en el hemisferio norte, donde hace un calor del demonio decimos enfebrecido y no afiebrado, y añadir que ese texto tiene ese tono como lisérgico de lo que uno escribe, iba a decir, con las facultades mermadas, pero no: con ciertas facultades más en forma que otras. Por último, Germán está quejoso de la falta de comentarios y algunos le hemos dicho, en respuestas con diferentes grados de paternalismo y condescendencia, que hay que aguantar y no darle más importancia. Germán: igual la gente no habla porque no es capaz de mejorar el silencio.Más el telón de fondo: a dos semanas de la fiesta nacional de Catalunya todos los discursos se encuentran en sendos procesos de radicalización extrema. Los movimientos ciudadanos empujan con fuerza hacia una exhibición de afirmación nacional y de voluntad independentista. En el otro lado, prensa española ultraderechista como La Razón ya debe tener portada preparada para el 12 de septiembre, bandera española en ristre, para minimizar cualquier impacto, reducir la cifra de asistentes a diez mil a lo sumo, decir que la gran mayoría eran periodistas, figurantes o exaltados, y contrapesar cualquier conato de secesión. Mientras escribo esto, el país se halla bajo el impacto del hallazgo de pruebas, parece que concluyentes, de que un tipo ha asesinado a sus hijos y ha quemado sus cadáveres para perpetrar una venganza contra su mujer, que se separaba de él. Hecho que concentra las cadenas de televisión, que agrupan en torno a sí expertos de todas las cataduras. Nada mejor que un crímen abyecto para distraer a la gente. Nada mejor que encontrar un enemigo común en contra del cual mostrarse unidos y monolíticos. Nada mejor que eso, a falta de guerras o de ejércitos invasores. Nada mejor mientras la subida del IVA se cierne sobre el consumo como un nubarrón: no de tormenta estival violenta pero agradable y refrescante. Más bien como todo lo contrario, como una persistente borrasca británica que suelta molesta lluvia día tras día y ni come ni deja comer. Al presunto asesino de los niños, al que muy pocos milímetros lo mantienen en la condición de presunto, yo le transmitiría tranquilidad. Pronto la opinión pública se cansará de ensañarse, y encontrará otra víctima. Cuestión de días. Como trece, o así.

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