El mundo necesita consolas

Publicado el 23 noviembre 2013 por Pixfall

Estas últimas semanas han traído consigo muchas novedades y un flujo inmenso de información sobre todo para quienes seguimos con atención lo que ocurre alrededor de la industria del videojuego. Con PS4 y Xbox One vendiéndose en las tiendas, es inevitable que cualquier conversación se desvíe hacia el tema de moda: la nueva generación de consolas.

Y una de las interrogantes más comunes es tratar de profetizar si dicha generación será la última o si por el contrario estas consolas podrán revivir un mercado cambiante que ahora mismo sufre el embate casual desde los dispositivos móviles, mientras cada vez más jugadores de nicho se refugian en el PC.

Si hacemos una comparación con respecto al primer grupo de “outsiders”, la ventaja de las consolas de sobremesa es obvia, pues están en capacidad de ofrecer mejores juegos y aventuras. No se puede negar que hoy en día millones de personas disfrutan con títulos como Angry Birds o Candy Crush, pero no se acercan a lo que ofrece un verdadero sistema de ocio electrónico. La mayoría de nosotros esperamos experiencias extensas, desafiantes e inmersivas con una amplia variedad de situaciones.

Grand Theft Auto V, Bioshock, Far Cry 3 o Just Cause 2 son propuestas ambiciosas que verdaderamente le sacan el jugo al hardware sobre el que se ejecutan. Si bien es cierto que el software de entretenimiento en tabletas ha crecido de forma impresionante, resulta complicado imaginarse que en algún momento podrán salvar la brecha que los separa del nivel de experiencia que ofrece una consola.

Cuando se lleva esta comparación hacia los computadores personales, la cosa cambia. No se puede negar que lo que ofrece un PC puede ser muy superior a lo que se encuentra en consolas. Debido a que los componentes de un computador tienen revisiones y mejoras continuas, fácilmente pueden superar al hardware de una sobremesa, ofreciendo gráficos mucho más detallados y con una resolución superior. Además de esto, su flexibilidad permite hacer modificaciones que hacen que juegos ya de por si buenos alcancen cotas de calidad inimaginables. Tal es el caso de títulos como Skyrim o Grand Theft Auto IV, cuyas versiones modificadas y mejoradas en PC hacen palidecer a sus pares de consola.

Pero hay algo muy importante que una consola casera puede garantizar: su solidez en cuanto al funcionamiento. Los desarrolladores muchas veces emiten críticas hacia ellas por sus limitaciones de hardware, haciendo que un producto deba pasar por varias etapas de depuración y afinamiento para que puedan funcionar sobre un entorno limitado y restringido. Sin embargo, esta característica es justamente la que le otorga una ventaja por sobre un PC. Y es que puede resultar frustrante el hecho de desembolsar 50 o 60 dólares en un juego que luego no funcionará en un computador debido a problemas de compatibilidad en la tarjeta gráfica.

Muchos dirán que la solución es mejorar los componentes del PC, pero esto puede resultar tremendamente caro. En mi opinión, es mucho más sensato ahorrar un monto definido que nos permita adquirir una consola, en la que estamos seguros que un juego determinado funcionará correctamente sin tener que actualizar drivers y controladores o peor aún, tener que cambiar algún componente para que el título en cuestión pueda funcionar.

Y de aquí es que considero vital la importancia de este tipo de hardware, llámese PS3, PS4, Wii U, Xbox 360 o Xbox One. Las consolas nos ofrecen un punto medio entre lo que podemos ver en un dispositivo móvil y en un PC de gama media-alta. Si en algún momento esta opción desaparece, tengan por seguro que muchos de nosotros simplemente nos quedaremos sin una opción viable y accesible para acceder al creciente mercado de ocio electrónico. Para bien o para mal, el mundo todavía necesita consolas.


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