[Las redes están llenas de gigas (toneladas) de fotos en las que no existe ya la no-sonrisa. Mucho menos el semblante triste o pensativo. Se fue lo real y quedó la felicidad esa que lo ha invadido todo, porque hemos infantilizado lo cotidiano y no somos tolerantes al fracaso, no queremos que nos vean tristes. Porque el dolor da mal en cámara. Y la vulnerabilidad más aún... Por eso hemos llenado el mundo con el postureo de la sonrisa porque sí. (...)
No sirven. Las sonrisas no sirven y quizá estemos a tiempo de recuperarlas dándoles el valor y la verdad que han tenido hasta hace poco. (...)]
Alejandro Palomas
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