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El negocio de la muerte en masa.
Publicado el 29 julio 2013 por Nicolau Ballester Ferrer @ColauBallesterNo tenía previsto esta entrada en mi blog, pero me ha llenado los botafumeiros la almibarada y empresocentrista reacción de los medios de inoculación españoles. Y no he podido, cual indomable vehemente que soy, refrenar mis instintos y susurrar, con la ira por testigo, unas palabras al efecto.
Estoy verdaderamente conmocionado por lo que está sucediendo en España a raíz del accidente de Santiago. Siento como el que más las consecuencias del accidente, pero dicho esto, quiero hacer una serie de reflexiones. El drama nacional, crespones (ahora lazos) negros, minutos de silencio, banderas a media asta, reconocimientos, condecoraciones, etc., solamente ocurren cuando se mueren muchos de golpe, ya sea en accidente de avión, tren, barco, atentado terrorista, etc. Son los privilegiados de la muerte, la división de honor, los que “no verán” como a su funeral acude la cohorte de políticos, militares, clero y demás deudos; cómo los medios de comunicación nos hacen ver imágenes para que no se escape de nuestra retina el fatídico momento, lo mal que lo pasaron las víctimas y como lo están pasando sus familiares y amigos –completamente cierto--, y como lo está pasando de mal el resto del país “solidarizado” –completamente falso--.
¿Por qué no procedemos con la misma actitud apocalíptica semanalmente, cuando nos informan de los fallecidos en accidente de automóvil? También son desgracias, pero individuales. No permiten a los políticos presentarse a todos los accidentes; no permiten a los medios de comunicación nacionales volcarse en el acontecimiento: no venden.
Entre unos y otros están las víctimas de segunda división. Las del terrorismo doméstico. Estas tienen cierto protagonismo, pero como actores de reparto. Y no hablemos de los extras, de los que mueren cada día por enfermedad, estos están proscritos por la sociedad, son una mera estadística, nunca serán condecorados con ninguna cruz, ningún presidente de gobierno dará el pésame a los familiares, pero llorarán la misma desgracia que nosotros no tendremos la oportunidad de compartir, puesto que no habrá caído un avión, no se habrá estrellado un tren y no se nos informará, ya que no se observará negocio alguno para vender la más absoluta nada.
Además, fijaos, una vez pasados los días de dolor, irremediablemente llega el clímax de los medios de comunicación: ha llegado la hora de buscar culpables y exigir responsabilidades. ¡A la mierda las víctimas! ¡Ahí querían llegar, los muy pérfidos! ¡Negocio, negocio!
¡Qué país de fariseos!
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