Imagen sacada de Google
Le vi una
tarde gris, cuando salía de clase.
La chaqueta
manchada de barro mientras otros niños se reían.
Una herida
en el labio y el alma partida,
mordiéndose
las lagrimas de dolor y de ira.
No esta
permitido llorar, pues provocaría más risas.
En casa,
mientras esta a solas se mira en el espejo.
Un muchacho
normal y no un “friki” es lo que ve en el reflejo.
Pronto
llegará papá, y él con la cara marcada,
si esta
noche llega borracho con su cuerpo la emprenderá a patadas.
– ¿Cuándo
aprenderás a defenderte, ¡nenaza!?
Mira a los
ojos de su madre en busca de algo de ayuda
y la ve
escondida en un rincón, llorando, pero callada,
aunque lo
que más le duele es que ya no siente nada
En su triste
habitación matando zombis en la consola
piensa que
estaría bien el tener una pistola.
Sueña que
baja al parque con el arma cargada
matando a
los que de él se burlan entre grandes carcajadas.
La lluvia
sobre el cristal le despierta sobresaltado.
Desde el
sexto de su planta la salvación esta hay abajo.
Nadie le
echará de menos, y nadie le hará más daño.
Un solo
salto hizo falta para romperse en mil pedazos,
no se
escuchó ni un grito, solo un gran golpe en un charco.
Nadie
recordó ese día, que era su decimo cumpleaños.