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El ocultismo de Lorca

Publicado el 24 noviembre 2009 por Smorenovalle
[Plató de Cuarto Milenio. Madrugada. Un lugar y unas horas donde todo es posible.]
Lorca era ocultista: un especialista en las enfermedades de los ojos. En realidad un oculista y un ocultista ejercen profesiones muy parecidas. Los dos ponen remedio a las alteraciones que impiden ver bien: los primeros con cirugía o con lentes y los segundos con el alumbramiento de los secretos que el resto del mundo (por tontuna, pereza o despreocupación) desconoce.
¿Qué cojones hizo Lorca para estrenar el título de ocultista en el 2009 y a unas horas tan raras? Precedir su muerte y la de los tres fusilados que lo acompañaron el día que rellenaron la fosa de Alfacar (Granada) con sus cuerpos. Eso, al menos, es lo que dedujo en el programa el hispanista Ian Gibson. El poema enigmático dice:
                                        Cuando se hundieron las formas puras
                                        bajo el cri cri de las margaritas,
   comprendí que me habían asesinado.
     Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
      abrieron los toneles y los armarios,
      destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
        Ya no me encontraron.
            ¿No me encontraron?
               No. No me encontraron.
Forma parte del poemario Poeta en Nueva York;  tiene 70 versos y esos son sólo 9 del poema entero. La clave de la conspiración (ya puede llamarse así desde que la Ley lucha contra el deseo de la familia del poeta por exhumar o dejar tranquilos los huesos, ¿y a ellos qué mas les da, si siguen cobrando?), está en que Lorca predice que lo matan y lo esconden en un agujero con tres personas más. ¿A los que asesinaron con él?
Ibson dice que sí.
Pues mira, no. Porque no son sólo tres los enterrados en la misma fosa ni se llaman Emilio, Lorenzo y Enrique, como los del poema, sino Dióscoro Galindo (maestro de escuela), Francisco Galadí y Joaquín Arcollas (banderilleros), Fermín Roldán (inspector de tributos) y Miguel Cobo (restaurador); y porque todas las profecías están escritas de forma muy turbia, y, normalmente, acaban en un apocalipsis (el último, en 2012). ¡Que los oculistas del futuro sean más claros! Que se mojen den detalles, alguna prueba para tomarnos su trabajo en serio.
Gibson fue quien soltó la bomba, y los otros dos invitados aplaudieron el descubrimiento. Este blog es 100% ikerista, desde que quien escribe era capaz de comprender qué era una nave del misterio. Pero con los muertos no se juega, porque son demasiado calladitos como para decir que eso es mentira. Y porque la única verdad es que todos acabamos palmando (bien lo sabía Machado, que convirtió su obra en el mayor vivero de cipreses de la literatura).

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