Revista Ilustración

El olvido como fuente de memorias- Análisis y crítica de la exposición colectiva “Colmar de memoria el olvido” en Asunción, 2021

Publicado el 25 abril 2021 por Marisol Marisol Fernández Recalde @MSolFeRe

En base a un poema de Benedetti y con nuestro historial político, los curadores Luis Ocampos y Leticia Alvarenga decidieron crear este proyecto artístico donde convocaron a artistas, escritores e investigadores a presentar sus propuestas.

Según Luis Ocampos, la propuesta pretende visibilizar ciertos eventos del pasado con la mixtura de texto con imagen. Por otro lado, Leticia Alvarenga plantea resolver interrogantes sobre cómo se usa el olvido como recurso encubridor, por qué nuestra herencia política fomenta el olvido colectivo y que uso le hacen los historiadores a este tema.

Tanto el aspecto político-sociológico como artístico y estético se mezclan ante la visión de ambos curadores, quienes seleccionaron a los participantes que respondieron a la convocatoria para armar juntos esta exposición que promete reflejar esa idea de recuerdos que pasamos por alto y que deberían salir a flote para evitar la repetición histórica.

Teniendo en cuenta las imágenes y textos publicados en las redes sociales, procederé a hacer una crítica de la exposición y, luego, realizar un breve análisis de algunas de las obras expuestas. Y para cerrar el artículo, daré algunas consideraciones sobre este proyecto en general.

Discursos vistos y olvidados de los artistas exponentes

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Si bien se hizo la convocatoria con selección de participantes, también invitaron a artistas reconocidos en el medio y que contribuyeron con sus obras. Muchos de ellos pertenecen a esa generación que vivió en épocas de la dictadura estronista y que forman parte de lo que sería la comunidad artística actual del Paraguay.

Es por eso que, al ver las fotos, lo primero que pensé fue que esa exposición está enfocada en reflejar las vivencias de ese periodo histórico, más que nada porque la mayoría de las obras son de esa temática. Pero al leer los textos de las gacetillas de prensa o posts de las redes sociales escritas por los curadores, investigadores y los propios involucrados, entendí que la ponencia se trata de abordar el olvido como servicio de un sector político y económico para evadir el dolor.

Si bien el estronismo es muy reciente y fue un evento cuya huella marcó la historia del país por varias generaciones a causa de las muertes y desapariciones forzosas, hay muchas otra cuestiones que también pudieron abordarse en la exposición y fueron igual de intensas que ese prolongado periodo de nuestra historia. No todo terminó en 1989, sino que hay ciertos eventos (recientes o no), que formarían como una extensión de las secuelas de la dictadura:

  • ¿Acaso no valdría la pena mencionar lo del olvidado marzo paraguayo?
  • ¿Qué hay de la conspiración de un vicepresidente que causó conflicto político y social?
  • ¿Y qué pasa con esta extensa hegemonía colorada que todavía se resiste a abandonar el mando de todos los ministerios y poderes ejecutivos, legislativos y judiciales?
  • ¿Cómo osan olvidarse de los problemas de tierras en las fronteras e interior del país?
  • ¿Y cómo olvidar el acelerado juicio político contra un presidente no colorado que contrasta con el “perdón” de los crímenes cometidos por los que le precedieron?

Aunque no solo se pudieron abordar los hechos post dictadura sino, también, aquellos sucesos ocurridos antes de ella. Es que casi nadie habla de la inestabilidad gubernamental del país a finales del siglo XIX e inicios del XX, donde surgieron una larga lista de presidentes con diferencias abismales de estadías en el trono presidencial, algunos con apenas meses de duración y, otros, con largos y tristes años.

Pero no debería juzgar un “libro por su portada”, porque existe alguna que otra propuesta que no precisamente reflejarían la dictadura estronista. Pero por más que mire esas fotos una y otra vez, no puedo dejar de pensar que la exposición me remite a eso, como si hubiese un acuerdo mutuo de resaltar las obras que reflejan un contexto histórico preciso y desplazar las demás.

Es como si otro discurso similar que implica el uso del olvido como recurso político fuese repentinamente opacado por la proliferación de fotos, proyecciones, intervenciones de espacio e instalaciones de un solo periodo histórico. Básicamente, hablamos de olvidar el olvido dentro de la memoria del olvido.

Breve análisis de algunas obras de la exposición

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La primera obra a analizar es la “B.B.” de Sandra Dinnendahl López, que consiste en un texto impreso sobre una larga tela colgada del techo y caída hasta el suelo como alfombra. Este texto sería una transcripción de una conversación, donde cuenta una experiencia traumática vivida por la madre de la artista.

La obra en sí es bastante llamativa y puede reflejarse como esa extensión de nuestros recuerdos que se van prolongando como un largo pergamino teniendo en cuenta que, al hablar de lo que “recordamos”, la conversación siempre iría “para adelante”. Pero sabemos que no siempre es así. A veces vamos y venimos de un recuerdo a otro, confundiendo al que “escucha” nuestro discurso quien debe descifrarlo tal cual rompecabezas.

Y al ser un recuerdo traumatizante como indica el texto explicativo de la obra, es posible que esté acompañada de un llanto, negación, resignación y aceptación. Todo aquel recuerdo soltado va impregnándose en una superficie que cae desde arriba para descender a lo más profundo de nuestro consciente.

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La segunda obra es “Tres Momentos… la misma historia” de Bernardo Puente Olivera. La misma consiste en dos cuadros caja con fotos que reflejan una misma imagen. Para los que no son del Paraguay, aclaro brevemente que la fotografía es muy famosa y la protagonista principal sería una mujer en medio de una manifestación, levantando los brazos y clamando por la libertad en plena dictadura.

El olvido como fuente de memorias- Análisis y crítica de la exposición colectiva “Colmar de memoria el olvido” en Asunción, 2021Foto original del diario Ultima Hora de 1986 tomada por José Moreno

En la primera caja de polaroid se reflejaría una imagen repetida de la persona levantando los brazos. Y, en la segunda caja, se ve algunas superposiciones de imágenes del mismo evento.

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La fotografía original pertenece a un fotógrafo periodístico llamado José Moreno. Lo que hizo Bernardo Puente, en este caso, fue apropiarse de la emblemática foto que salió en los medios de prensa de la época y apelar al significado de la obra “Fusilamiento del tres de mayo” de Goya, como una especie de paralelismo histórico y que se va repitiendo de siglo en siglo. Quizás por eso estaría la idea de la repetición de la imagen, todas dentro de cajitas contenedoras.

Y aquí puede que me pierda de algo, dado que no logro descifrar el motivo del porqué ese tipo de encuadre o porqué usar dos y no solo un cuadro. O, incluso, por qué no opta por un largo panel rectangular para generar esa secuencia repetitiva como si de un bucle se tratara. El discurso podría tener incluso mayor impacto reflejando esa secuencia y superposición de imágenes de tal forma que pueda emular al infinito.

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La tercera obra se llama “Símbolos Patrios” de Adriana González-Brun, la cual trata de una proyección de escudos policiales digitalizados como imágenes. Debido a que están distribuidos en una hilera a lo largo de una pantalla rectangular, da esa sensación de barrera que normalmente se suele apreciar en las manifestaciones para “controlar la turba” u “oprimir” a quien desea ir más lejos en su lucha.

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No encontré la explicación de la artista ni los curadores sobre esta instalación en específico, por lo que quedaría a mi libre interpretación. Y lo que pude interpretar es la idea de la opresión policial que surge en las manifestaciones, donde tienden a atacar tanto a los involucrados como a los que no como ejecutores de justicia. Irónicamente, esa misma policía deja vía libre a los verdaderos delincuentes que son el cáncer del pueblo.

La forma en que fue presentada la obra incita a que dicha opresión se dé en cuestión de momentos, incitando a lo efímero pero, a la vez, con una alta vigencia. Como fantasmas que nos colman de temores y nos obligan a ir con los hombros encogidos, siempre alertas.

Algunas consideraciones finales

Más que colmar de memoria el olvido, diría que la exposición trata de colmar la memoria de la dictadura estronista opacando otros eventos históricos de gran relevancia en el país pero que no pasarían de ser meras “anécdotas” por muchos investigadores. Sí, es un título bastante largo, pero es lo que resume la proliferación de obras de una temática similar.

Todo este escrito se realizó en base a las fotos y textos vistos en las redes sociales y gacetilla de prensa, por lo que lamento si has sentido que el análisis no fue lo suficientemente profundo para ahondar más en el discurso reflejado en esta exposición. Pero como dije al principio, la primera impresión que tuve fue que trataría de ese periodo histórico en específico.

Teniendo en cuenta la explicación brindada por ambos curadores, se podría replantear el mismo y abordar diversas matices del olvido histórico, lleno de recuerdos personales y que afectarían, en mayor o menor medida, a cada habitante del país.

Y como el olvido colectivo nos hace repetir la historia una y otra vez, como si el pueblo paraguayo estuviese en un bucle eterno e irrompible que requiera de una intervención mayor para poder avanzar como país.


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