Vivía de mi labia.
Enmudecí.
Siempre me fue fácil hablar, expresarme delante de mi auditorio. Lo verdaderamente difícil era permanecer mudo, y un día comprendí que ese era mi reto, mi reto y mi trabajo, mi meta a conquistar.
Tiempo atrás, no fingía mi entusiasmo, y eso todo el mundo lo sentía. De ahí mi éxito, mi fácil ascenso, mi popularidad. Ahora mi tristeza es igualmente sincera. Bueno, supongo que todos se sienten decepcionados; me miran con pena, con incredulidad y con pena. Pronto empiezan a abuchearme, es predecible que tanta gente que te escucha empiece a incomodarse cuando tú los enfrentas mudo e inexpresivo. Se incomodan y se molestan. Me increpan y me insultan.
Esta tristeza es el rostro nuevo de mi entusiasmo. Su rostro definitivo. No entienden que, por fin, estoy haciendo mi trabajo.
Revista Talentos
El orador
Publicado el 10 enero 2013 por JoseoscarlopezSus últimos artículos
-
Diego Sánchez Aguilar escribe en El coloquio de los perros sobre Fragmentos de un mundo acelerado
-
"Hablad bien fuerte, hablad bien claro. Y que no se os entienda nunca". (Por una poesía marciana)
-
Presentación en Murcia de La Galla Ciencia nº8, El Octavo pasajero
-
La Galla Ciencia nº 8: El Octavo Pasajero