Conforme iba acercándome, el perfume de las flores se hacía más intenso, era una tienda de barrio, pequeña pero muy bonita, casi no cabían las flores de tantas que había. La mujer se alegró mucho de verme, estaba impaciente por que conociera al panadero, que era al que Adelina le había regalado un deseo.
Nos dirigimos a la panadería, estaba unas casas más abajo, entramos, había algo de gente comprando, pero la mujer que estaba atendiendo, enseguida nos vio y nos indicó que pasáramos dentro, que su marido estaba esperándonos.
Cuando vio a la mujer de la floristería, dejo lo que estaba haciendo y vino hacia nosotras. Nos saludó muy afectivamente, estaba muy contento de vernos allí, no invito a sentarnos con él en una mesita que tenía en un rincón.
Se le veía muy feliz, y con muchas ganas de contarme su historia, yo no dije mucho, ya que el comenzó enseguida a contarme cosas.
Me contó, que Adelina, iba todos los días a comprar el pan, que se llevaba un pan de pueblo y unas rosquilletas, que según decía ella eran las más buenas del mundo.
El panadero llevaba allí toda la vida, desde muy jovencito, pero hace unos años tuvo un problema grave de salud. Un día de tantos Adelina fue a comprar el pan, pero el horno estaba cerrado, Adelina se extrañó, ya que durante más de 30 años el horno no había cerrado nunca.
¿Que había pasado en el horno?