El papá de mi hija vive en mi casa porque así conviene a la organización familiar. Si por mi fuera, nos quedábamos así, pero la verdad es que puedo ser muy borde con el asunto de "mi casa-mis modos" y entiendo que llegará el momento en que se mudará.
El punto es que es tremendamente útil para mí que esté aquí.
Una cosa es su paternaje y las obligaciones de ambos como equipo parental; en ese sentido, ambos nos beneficiamos, en este momento, de habitar la misma casa. Otra cosa son los beneficios extra que me reporta su presencia y son bastantes.
Incluso en los peores momentos de nuestra relación, nunca dejamos de vernos como familia. Él es mi familia más cercana, con B, y sé que soy su familia, de tal modo que me interesa su bienestar y a él, el mío. Nos hacemos el bien, en la medida de nuestras posibilidades. Cuando no vive donde yo, de todas formas se ocupa de las cosas que típicamente hace un hombre en esta sociedad, como traer el gas e instalarlo. Es un reparador y con la hija que tenemos, eso es un beneficio muy grande. Viviendo aquí, hay más cosas que hace por mí, digamos, "directamente-por-mí", como salir en la madrugada, cuando todavía está oscuro, a acompañarme mientras espero el camión: aprecio mucho esas cosas.
Silvia Parque