Y cuando se habla de explorar no se salvan ni las áreas protegidas. No hay escollo insalvable, el hijo predilecto de la Pachamama se ha sacado decretos de la manga para que nadie le estorbe. Pareciera que hay más avidez cuando de arrasar bosques se trata. Cómo les divertirá a los maquinistas derribar árboles como pinos de boliche. Diversas transnacionales en alianza con YPFB desmontan a toda máquina allí donde huele a oro negro, el nuevo Dorado de las socialdictaduras del continente. Hace unos días, S.E. amenazó que iba expulsar a cualquier ONG o fundación que se entrometa en los planes de exploración de recursos naturales, afirmando que “no necesitamos que vengan a perjudicarnos” en nombre de causas indigenistas o medioambientales. Cosa extraña, después de profundas cavilaciones y de consultar al inacabable pozo de sabiduría que es el vicepresidente, ambos llegaron a la conclusión de que “las llamadas reservas forestales han sido creadas desde el imperio norteamericano, ahora se convierten como intocables, intangibles” remató S.E., bastante contrariado ante el anuncio de que indígenas orientales del Chaco y Amazonia ofrecerían resistencia a los trabajos de exploración en sus territorios. Ignominioso imperio que no solamente manda a sus hongos asesinos a acabar con los inocentes cultivos de coca o que va creando epidemias como la del Sida en su desmedido afán de controlar el mundo. ¿Y quién podrá salvarnos de tan malévolos planes de dominación? Sólo Dios o alguno de sus representantes terrenales.A tiempo que el autoproclamado defensor de la Madre Tierra advertía a las organizaciones ecologistas; al otro lado del charco, el más bondadoso jefe de la cristiandad sacaba debajo de la sotana su manifiesto conocido como la Encíclica Verde que, entre otras cosas, llamaba a proteger o cuidar “nuestra casa común”(o sea la Pachamama) que paulatinamente se está convirtiendo en un inmenso cutrichil inhabitable, resultado de la actividad humana. Ya lo decía alguien hace siglos que el hombre es la peor plaga sobre la faz de la tierra. Nada revelador, en cualquier caso, incluyendo el calentamiento global. La industrialización no parece tener freno y con ello sus inevitables consecuencias. Unos países serán más responsables que otros. ¿Qué hacer con la voracidad de las factorías chinas o indias –por ejemplo- que tiran toneladas de carbón diariamente a la atmósfera? Será que hay que volver a la vida comunitaria, armoniosa y religiosamente temerosa de Dios como sugiere el tata Francisco, el primer papa verdilocuente de la historia y quien parece muy dispuesto a hacer realidad los postulados de su santo inspirador.