El paraíso.
Se alzó el mazo a favor
de la perpetua sentencia
que el buen hacer
no rebaja,
el delito no trasciende
mientras sigamos construyendo
barrotes en nuestro corazón.
Somos jueces
en justificación de nuestros actos.
Contamos con penas tan largas
como la vida. Hacemos
de nuestros errores
caminos con celdas impenetrables
y ponemos candado a todo
cuanto amamos y,
nos amó.
Hemos encontrado la libertad
en un paraíso encarcelado.
© Begoña M. Bermejo