Revista Talentos

El particular día de mi boda

Publicado el 18 septiembre 2014 por Orperedas

El particular día de mi boda

La puerta del ascensor se abrió y fuimos recibidos por la sonrisa amable del Sr. D'agostino, quien, con su mano izquierda extendida, nos señaló la escalinata por la que debíamos descender. Fue entonces cuando escuchamos que la canción que habíamos escogido para ese momento ya había comenzado a sonar. La voz del animador de la fiesta se sobrepuso a la música y, dirigiéndose a la concurrencia, dijo con ánimo jubiloso:

-¡Señoras y señores, recibamos, con un fuerte aplauso, a la nueva pareja de esposos: Otto y Adriana! -Y la emoción se desbordó por todo el lugar.

Mi madre y yo comenzamos a caminar por el corredor central de la iglesia, en dirección al altar. Nos siguieron, con medio templo de distancia entre cada una, los pajecitos, las tres parejas del cortejo nupcial (mi hermano, las dos hermanas y hermano de Adriana y los padrinos) y por último la novia y su padre.

El particular día de mi boda

El particular día de mi bodaUna a una, las parejas fueron llegando frente al altar y ubicándose en sus respectivos lugares. Los padrinos llegaron y, separándose, como es costumbre, se colocaron a cada lado de la banquilla de los novios.

La novia y su padre aparecieron caminando desde el fondo de la iglesia. Él, de traje sastre negro; ella, con su vestido blanco, el cabello recogido y velo sobre el rostro, era toda una princesa; más hermosa de lo que yo había podido imaginar. Cuando llegaron frente a mí pude observarla con detenimiento. Estaba radiante, como nunca la había visto.

El Sr. Orlando tomó la mano de Adriana y la unió a la mía, estrechándolas con amor y firmeza mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa, complacido de llevar a su hija mayor ante el altar. Esa imagen, la emoción del momento y el acto nupcial hicieron a un lado lo vivido apenas unas horas atrás.

Hasta las dos de la tarde de aquel 12 de septiembre de 2009 todo hacía parecer que las nubes en tránsito sobre Caracas sólo tenían la intensión de dar un poco de frescura a la ciudad. Nadie podría haber imaginado que las siguientes tres horas serían tan distintas. Tres semanas previas de días completamente despejados, soleados como para postal de playa, nos hicieron vaticinar, erróneamente, otro día como los anteriores.

Una hora más tarde el clima había cambiado drásticamente. La lluvia comenzó a caer sobre la ciudad sin dar el menor aviso de que llegaría. Llovió como nunca he vuelto a ver llover en Caracas. Desde la ventana de la habitación de mi madre, en el décimo piso del Hotel Cumberlan Caracas, ella, mi hermano, mi prima y mi abuelita -que viajaron desde Guatemala para acompañarme ese día y con quienes me encontraba-, veíamos cómo los edificios y calles aledañas parecían desaparecer tras aquel manto blanquecino de millones de gotas de agua que se estrellaban con furia en el asfalto, las terrazas, los automóviles y los transeúntes desprevenidos. Unos golpes en la ventana nos advirtieron que aquello no era una lluvia cualquiera. Estaba lloviendo granizo.

El particular día de mi boda

Mi teléfono celular sonó y vi en la pantalla que la llamada era de Adriana. Respondí. "No te iba a llamar, pero quería escucharte y contarte que ya está la torta en el salón, estábamos ahí cuando comenzó a llover y acabamos de volver a casa; aprovechamos que la lluvia está menos fuerte que al principio. Nos mojamos un poco, pero todo bien. En un rato viene Tomasa a arreglarme el cabello". Dijo.

Pocos minutos después, la situación volvió a cambiar.

En un principio no supimos muy bien lo que sucedía, hasta que mi hermano, de pié frente a la ventana de la habitación, dijo con tono de sorpresa "¡está temblando!" El tiempo transcurría como en cámara lenta y la habitación, el hotel, y la ciudad entera no dejaban de sacudirse. Luego de catorce segundos, según el reporte oficial, el suelo volvió a su quietud de siempre.

Tres minutos pasaron entre varios intentos por comunicarme con Adriana. Las líneas telefónicas estaban colapsadas. Respondió llorosa, asustada: "¡creímos que nunca iba a terminar, el apartamento se movía horrible!"

Una hora más tarde recibí una nueva llamada de Adriana: "Celia, mi tía, acaba de llamar para decirnos que la iglesia está inundada por tanta agua que calló, y no saben si podrán limpiarla para antes de las siete; ¡el padre dijo que de lo contrario no se oficiarán las bodas de hoy, y...!" "Tranquila, quedan dos horas para eso y la iglesia no es tan grande. Todo va a salir bien, ya verás que sí", la interrumpí intentando calmarla.

El particular día de mi boda

...-Estamos aquí reunidos -dijo con tono ceremonial el Padre Mario-, para ser testigos de la máxima muestra de amor entre dos hijos de Dios, Otto y Adriana, quienes han decidido, libremente, unir sus vidas a través del sagrado sacramento del matrimonio...

El momento que tanto había esperado llegó y, de repente..., la emoción me hizo olvidar los votos que había preparado para aquel instante. ¿Qué hacer? Improvisé como pude lo que quería decirle, mis intenciones, mi compromiso para con ella. Sospecho que no lo hice tan mal, porque ella sonreía al escucharme.

-No habiendo nadie que se oponga a esta unión, los declaro marido y mujer, hasta que la muerte los separe -sentenció el sacerdote, y a continuación, mirándome con solemnidad, dijo-: puede besar a la novia...

Oriana y Silvia (hermanas de Adriana) colocadas al pie de las dos bases que sostenían el arco de globos blancos y verde agua, se encargaron de pinchar el globo central, del que cayó sobre nosotros una suave lluvia de pétalos rosados. Luego descendimos la escalinata y llegamos hasta el centro del salón, donde nos tomamos de las manos y comenzamos a bailar al ritmo de la canción que seguía sonando: Para tu amor, del cantautor colombiano Juanes.

-Estamos casados y bailando nuestra canción. ¿Viste?, todo salió bien -le dije mientras bailábamos y girábamos, aún solos en el centro del salón.

-No puedo creerlo, estamos aquí, como lo planeamos. Todo sucedió tan rápido esta tarde que sentí que la boda no duró nada -respondió sonriente.

Para tu amor concluyó y, al instante, comenzaron a sonar los compases del vals que elegimos bailar: Flor de un día, del compositor guatemalteco Leopoldo Luarte Leiba, interpretada por la Marimba Chapinlandia, de Guatemala. Como la tradición lo dicta, uno a uno, los invitados fueron uniéndose a nosotros en el baile. El padre de la novia, la madre del novio, los ahora cuñados y cuñadas, las primas, los tíos, los padrinos, los amigos. Todos bailando, en Caracas, al compás de la marimba.

El particular día de mi boda

Juan Esteban Aristizábal Vásquez es el nombre del músico, cantante y compositor colombiano, autor de Para tu amor, canción que pertenece al álbum Mi Sangre (el tercero de la carrera de este excelente artista), grabado entre octubre de 2003 y julio de 2004. Esta producción musical estuvo a cargo del propio Juanes y del productor argentino Gustavo Santaolaya, y fue lanzada al mercado el 28 de septiembre de 2004. Hasta la fecha se calcula en poco más de 4.000.000 las copias vendidas de este disco alrededor del mundo. Además de Para tu amor, en él se encuentran canciones como Nada valgo sin tu amor, Rosario tijeras, Volverte a ver y La camisa negra, considerada la canción más exitosa de la carrera de este cantautor colombiano.

Con Mi sangre Juanes se hizo merecedor de tres premios Grammy Latino: Mejor Álbum Rock Vocal Solista, Mejor Canción de Rock por Nada valgo sin tu amor y Mejor Video Musical por Volverte a ver, en 2005. Ese mismo año recibió los Premios MTV Latinoamérica: Mejor Artista Masculino y Mejor Artista Rock, y, en 2006, Mejor Artista - Central.

El particular día de mi boda

Para tu amor es, para Adriana y para mí, una de las canciones más significativas de nuestro matrimonio, pues en ella se resume nuestro compromiso de una vida juntos, compartiéndolo todo bajo la premisa del verdadero amor a través de la entrega.

Ahora que estamos cumpliendo nuestras Bodas de Madera, quiero regalar este escrito, en primer lugar, a mi amada Adriana, por haberme obsequiado cinco fantásticos, divertidos y amorosos años en su compañía; y a ustedes, mis amigos, esta pequeña reseña de una de las historias más originales que me ha tocado en suerte vivir, porque como dijo mi madre, hace aproximadamente un mes, en una conversación que tuvimos por skype: "lo que pasó fue que ese día se estaban casando dos personas tan grandes e importantes, que el planeta no quiso quedarse sin demostrar su emoción por semejante boda".

Disfruten entonces, bailando como aquella noche, Para tu amor, de Juanes y, para que el baile sea completo, les dejo también el hermoso vals Flor de un día, interpretado por la Marimba Chapinlandia.


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