Miro para atrás, no veo a nadie pero estoy seguro que alguien anda ahì, puedo sentir sus pasos, conozco esos pasos. Asì caminaba mi vieja cuando volvía del puterìo, ese taconeo triste. Parece que me volviera a decir que no me vaya, que lo hacìa por mi, por mis hermanos. Freno, miro bien, tomo cuatro tragos de agua. Sigo, ya estoy cerca.
Siento màs pasos, es esa, la que me dejò, sus chatitas, su lentitud. Ahì està, pidiéndome que no me vaya, que no iba a volver a pasar, que fue un desliz lo de ese tipo, que me amaba. Mirò atràs, nada. Sè que està, si està ella también està ese tipo. Tranquilo, es tu imaginaciòn Cristian, tomate una de las pastillas, ya llegàs a casa.
Màs pasos, un hombre, la fuerza y la determinaciòn en cada pisada, no hay dudas, es èl. Me pide que no me vaya, que todo quedarìa entre nosotros, que me animara, que me amaba. Prendo un pucho, paro en un umbral, cierro los ojos mientras disfruto cada pitada. La calle se llena de personas que me ignoran, que ignoran mi peso, que me siento solo. Tiro el pucho sin terminar, dejo todas mis cosas en el piso, tengo que llegar, esos pasos son cada vez màs fuertes.
Un último paso se agrega, es el de ella, està vestida para salir con sus zapatitos blancos, me dice que lo siente, que no me ama, que no puede amar, por lo menos a mi. Es distinta, ya no rie, ya no tiene esa cosa que te vuelve loco, tiene eso que te da miedo. Corro.
LLego a casa, la perra està ahì esperándome como siempre, la ignoro. Ignoro también las fotos, necesito la cama, dormir va a terminar con esto, una vez que dormís todo es mejor. Me tiro en la cama, giro y hago ejercicios de respiración. La ansiedad se va yendo, me tranquilizo. Antes de dormirme siento sus manos, las de todos que me acarician, una me besa en la boca, pero ya estoy tranquilo. En mis sueños no pueden molestarme, ahì estoy seguro, ahì no son reales.