Magazine
El Penalty Anulado y el Autocontrol
Publicado el 04 febrero 2010 por EandresNo vamos a descubrir el mundo si decimos que, actualmente, vivimos en una sociedad de locos: Mucho ruido, muchas prisas, cero en paciencia, mucha competitividad y un largo etcétera de sinónimos. Lo observamos en la calle, en los aviones, en las empresas y, como no, en el deporte.
Sin embargo, desde que Daniel Goleman nos descubrió que tenemos un cerebro atávico al que le llega antes la información y que reacciona primitivamente en primer lugar y tenemos otro racional, al que le llega esa información un poco después y que pone orden y sosiego a esa reacción, está en nuestras manos, mediante el entrenamiento, controlar esos impulsos primarios.
Como estamos en http://www.aprendedeldeporte.com/, vamos a poner un ejemplo del mundo de la alta competición para extrapolar a nuestra vida diaria que acabo de vivir en Hungría.
Acaba de finalizar el Campeonato de Europa de Fútbol-Sala y pudimos observar cómo en el partido de cuartos de final se enfrentaban España y Rusia. Después del empate en el tiempo reglamentario vinieron los fatídicos penaltis. En el definitivo, España marca un golazo que los dos árbitros no ven y se arma la marimorena. Para todo aquél que haya jugado alguna vez, comprenderá que, a máximas pulsaciones, el que actúa es el cerebro reptiliano, el primitivo, por lo que es de imaginar que lo que le apetece a uno ante esa injusticia es liarse a mamporros o algo similar.
Sin embargo, pudimos observar un gesto que a todos nos da una autentica lección de autocontrol: El portero Luís Amado (España), en primer lugar no entiende nada; en un segundo paso, intuye que lo van a anular y, por último, se aleja del tumulto porque entiende que tiene que seguir con su tarea (parar penaltis) y no le interesa desequilibrarse emocionalmente. En efecto, en las siguientes rondas de tiros detiene el definitivo y España a las semifinales y luego a ser campeón.
Es este un bello ejemplo de cómo, ante una situación de máximo estrés que te impide ver el horizonte, se aleja para no dejarse llevar por las llamas de la pasión y se centra únicamente en la tarea, en el objetivo final.
Me comentaba después, que desde que practicó kárate de pequeño, aprendió a concentrarse en lo verdaderamente importante y a desdeñar lo superfluo, abstraerse del entorno. Cuando estudié de joven algo de psicología, un profesor me dijo: Si estás muy enfadado con el árbitro porque ha pitado algo que consideras injusto, lo primero que tienes que hacer es desviar la atención del foco que te origina ese desasosiego y centrarte rápidamente en la pelota que se va a poner en juego.
Ahora que somos algo más mayores y tenemos grandes responsabilidades, podemos actuar del mismo modo cuando algún problema nos ahoga y pensamos que se acaba el mundo: Pensar y centrarnos en la meta. De este modo nos aseguraremos de no gastar energía inútilmente y dejarla para aplicarla a lo que realmente nos hará más grandes, a nosotros y al equipo.