Revista Literatura

El pescador

Publicado el 06 diciembre 2012 por Humbertodib
El pescador
Eran las nueve de la mañana, el sol golpeaba de costado la superficie del río y parecía explotar en miles de llamas fulgurantes sobre ese cielo líquido y amarronado. Unas horas antes, había caído una cortina de rocío sobre juncos y pastizales, pero ahora esa cortina brumosa se alzaba para volver a su lugar de origen, donde -de acuerdo con los tiempos que tiene la obstinada Naturaleza- esperaría un nuevo retorno a la tierra. Con una caña azul sostenida en sus manos, el pescador esperaba que el pique de algún pejerrey le mostrase que todavía valía la pena venir a buscar esos bichos a un río y no dirigirse -directamente- a una de las tantas lagunas que hay en la Provincia de Buenos Aires. Una segunda caña se erguía sobre un pie de metal enterrado en el barro, era roja y estaba armada con línea de fondo, pues nunca hay que desechar un pez barrero, pensó el hombre. De repente, una brisa avejentó de arrugas la superficie del agua y sin mucho entusiasmo la boya de la caña azul comenzó a moverse hacia la derecha. Era pique de pejerrey, no había dudas. Pero en ese mismo momento, la caña roja comenzó a corcovear enérgicamente sobre el sostén. El pescador temió que pudiera partirse, así que tuvo que resolver en un segundo si seguía con el pejerrey que tenía clavado o si prefería sacar ese otro que -enigmático como la mayoría de los peces de río- iría a aparecer al final de la línea. Se decidió por la pieza mayor: Largó la caña azul, tomó la roja y comenzó a recoger el nailon, notó -entonces- que traía un pez de peso considerable. Seguro que es surubí, un dorado o un bagre enorme, pensó el pescador. Pero no, lo que venía enganchado en el anzuelo era una pistola .45 oxidada y cubierta de limo que parecía resistirse a reflejar la luz del sol. El pescador agarró el cuchillo y cortó el sedal. El aparejo golpeó el agua y enseguida se hundió con un sonido hueco y borboteado. Dejó que todo volviese al lecho del río, no quiso tocar nada, pues temió que con el simple contacto de su mano se le revelasen los horribles secretos que ese asesino herrumbrado había guardado por tantos años.
Y el sol continuó brillando.

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Estimados amigos de España: Como algunos de vosotros ya sabéis, entre los días 20 y 26 de diciembre voy a estar por vuestra tierra, haré base en Madrid, pero tengo la intención de visitar 4 o 5 ciudades más, no me preguntéis cómo. Ya me contacté con varios para encontrarnos, pero me gustaría estrechar la mano de muchos más con los que he compartido esta virtualidad. Si alguno de vosotros está interesado en recibir a este escritor sudamericano, sólo tiene que mandarme un mail para poder arreglar. Allí os daré más detalles ([email protected]). Un fuerte abrazo y hasta pronto. Por cierto, ¿cómo me salió la conjugación del 'vosotros'?, nunca la había probado. Venga, vale, hombre, joder… ¡Pero cómo me gusta jurar en español!

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