Llegó la hora… el piano lucía magestuoso en aquel escenario, el público expectante esperaba impaciente la retirada del telón. Francisco no pudo resistir su curiosidad y apartó rápidamente un trocito de cortina para mirar el teatro. No se lo podía creer, lleno absoluto. Su cara se iluminó de alegría y a la vez de temor, no quería fallar, no podía fallar. Francisca, se encontraba tranquila, porque sabía que Francisco daría lo mejor de sí. Confiaba en su tesón, sabía que no defraudaría, sabía que él y su piano serían uno solo fundidos en el escenario. El telón se abre de par en par, una luz tenue se abre paso poco a poco para destacar a Francisco y aquel inmenso piano. La música tímidamente se apodera del silencio para dar paso a una melodía sublime. Ya está piensa Francisco, ya está, ahora solo tengo que dejarme llevar….
Revista Diario
El pianista periñaca...
Publicado el 14 febrero 2013 por Besuquela
Valora sobre todo el amor que recibes. Sobrevivirá mucho después de que hayan desaparecidos tus tesoros y tu salud.
Llegó la hora… el piano lucía magestuoso en aquel escenario, el público expectante esperaba impaciente la retirada del telón. Francisco no pudo resistir su curiosidad y apartó rápidamente un trocito de cortina para mirar el teatro. No se lo podía creer, lleno absoluto. Su cara se iluminó de alegría y a la vez de temor, no quería fallar, no podía fallar. Francisca, se encontraba tranquila, porque sabía que Francisco daría lo mejor de sí. Confiaba en su tesón, sabía que no defraudaría, sabía que él y su piano serían uno solo fundidos en el escenario. El telón se abre de par en par, una luz tenue se abre paso poco a poco para destacar a Francisco y aquel inmenso piano. La música tímidamente se apodera del silencio para dar paso a una melodía sublime. Ya está piensa Francisco, ya está, ahora solo tengo que dejarme llevar….
Llegó la hora… el piano lucía magestuoso en aquel escenario, el público expectante esperaba impaciente la retirada del telón. Francisco no pudo resistir su curiosidad y apartó rápidamente un trocito de cortina para mirar el teatro. No se lo podía creer, lleno absoluto. Su cara se iluminó de alegría y a la vez de temor, no quería fallar, no podía fallar. Francisca, se encontraba tranquila, porque sabía que Francisco daría lo mejor de sí. Confiaba en su tesón, sabía que no defraudaría, sabía que él y su piano serían uno solo fundidos en el escenario. El telón se abre de par en par, una luz tenue se abre paso poco a poco para destacar a Francisco y aquel inmenso piano. La música tímidamente se apodera del silencio para dar paso a una melodía sublime. Ya está piensa Francisco, ya está, ahora solo tengo que dejarme llevar….